Extracto de la conferencia "La experiencia del inconsciente en la infancia" dada por Vilma Coccoz en la Universidad del Rosario. Bogotá, octubre 24 de 2013

Autora: Melissa Diaz Caicedo
Pintura: Melissa Diaz Caicedo

 
 
 
 
 
 
 
1) En el principio, el lugar
 
La preposición “en” sugiere que se trata de un lugar en donde el inconsciente puede alojarse, que se distingue de otros al que hacemos referencia, por ejemplo, cuando hablamos del inconsciente en la neurosis, en la mujer, en las psicosis…Cuando hablamos de los niños ese lugar toma como referencia primera y evidente el cuerpo, siendo la distinción más común aquella la referida a la edad y a la estatura, incluso cuando hacemos referencia a la responsabilidad jurídica, en cuyo caso se habla de “menores.” Por eso, si el título hubiese sido el inconsciente “de” los niños el sentido sería muy otro, la preposición “de” apuntaría a señalar la pertenencia, que sugeriría algo específico del inconsciente de los niños. Haría pensar en un rasgo privativo del conjunto que universalizaría la infancia y permitiría distinguir este inconsciente del de los adultos.
Debe haber una justificada razón por la que no se hace uso de la formulación como “el inconsciente en los adultos.” Quizás por ello Lacan prefería hablar de los “adulterados.” En su libro Mi enseñanza, Lacan comenta que sólo gracias al psicoanálisis consiguió desprenderse de la idiotización inducida por la escuela secundaria. Lo dice en medio de su reflexión crítica acerca de la cultura, a la que describe como aquello que “alivia de la función de pensar”. Lo que se denomina, por ejemplo, “movimiento cultural” tiene, en sus palabras, efectos de mezcla y homogenización. Desde este punto de vista, la cultura nos captura con lugares comunes, engulle y tritura todo “pensamiento con aristas” y nos empuja a comprender, a dar un sentido de inmediato. Nos vuelve perezosos. Por eso elogia Lacan la lógica, más precisamente, las lógicas llamadas débiles o inconsistentes, porque en ellas el pensamiento se vuelve interesante, al topar con imposibles, con indecidibles, con elementos que escapan a la lógica de la contradicción. No sólo eso, el pensamiento se vuelve tanto más atractivo cuando, además de resistir a nuestro empeño de aprehensión, nos revela nuestra condición de sujetos divididos, -una parte de nosotros mismos ignorada- y convoca nuestra responsabilidad también por esta dimensión. El psicoanálisis nos convoca a responder de nuestros pensamientos inconscientes, como ya lo formulado Freud en su texto La responsabilidad moral por el contenido de los sueños. Ser responsable de su inconsciente, de su modo de goce, es la invitación para volverse una persona mayor en este mundo cada vez más asolado por el infantilismo.
El inconsciente revela ser un conjunto de pensamientos singulares, rebeldes a la uniformidad, que se piensan tenazmente, que recorren una y otra vez las mismas vías, independientes de la voluntad y la conveniencia. El inconsciente en los niños responde a la misma lógica, supone una ubicación en un cuerpo singular, con un nombre singular. El niño es un analizante por entero reza el principio del CEREDA, en su experiencia analítica se le convoca a ser responsable de su decir en el peculiar diálogo analítico en el que el inconsciente será convocado a ex –sistir. Palabra que debe ser escrita como nos enseñó Lacan, con un guión que indica su paso a lo real, su traducción en la conducta. Los pensamientos, los de cada ser hablante, han surgido en la emergencia. Así lo dice Freud: “Intereses prácticos y no sólo teóricos ponen en marcha la investigación sexual infantil” La curiosidad, el interés por el saber trasunta una urgencia existencial, está destinado a encontrar una respuesta a la pregunta acerca del deseo en el cual, por el cual, hemos nacido. Un deseo no anónimo. En el principio, dice Lacan, está el lugar; y buscamos que pueda incluirse en el deseo del Otro, en el discurso del Otro. En cada encrucijada vital nos vemos obligados a encontrar las palabras que nos permitan orientarnos para mantenernos a flote, para no sucumbir. Sucumbir es fácil, decía Freud, pero nada enseña. Extraemos un saber de resistir, del conflicto, de la incomodidad.
2) El psicoanálisis es un discurso nuevo sobre el goce
Freud inaugura un saber nuevo sobre la subjetividad que toma en consideración los efectos del lenguaje en los cuerpos que hablan. Es una definición lacaniana del inconsciente: “el misterio de los cuerpos que hablan.” Fue escuchando a sus pacientes, y también concernido por lo que escuchaba, es decir, considerándose responsable y parte activa del diálogo que él había inaugurado sobre la causa de los síntomas, como llegó a considerar los síntomas como un jeroglífico, como un texto cifrado. Consiguió desentrañar su sentido ignorado a partir de suponer una causa sexual que habita en una zona incógnita de la subjetividad –y la llamó Otra escena- Pensamientos inconscientes, pensamientos no pensados pero articulados, ordenados en una lógica tan astuta como inaccesible a la consciencia, albergan la solución al malestar que de forma disfrazada se expresa en los síntomas. A través del análisis, del desciframiento, la forma de la neurosis adulta se vincula a la neurosis infantil. Entre ambas, la amnesia, la acción de la represión ha roto los enlaces, ha deformado el texto, lo ha adulterado. Por eso la extrañeza que despierta la infancia es análoga a la que despierta el inconsciente. Nuestra memoria continua se remonta a los años de aprendizaje de la escritura, de lo anterior sólo quedan algunas imágenes indelebles; algunos retazos, incomprensibles, “recuerdos encubridores.” Mediante al análisis se rescatan del tendencioso olvido que ha sepultado las vivencias que agitaron el alma infantil y cuya impronta sigue viva en la forma de lo que Freud denomina “el factor infantil”, el factor de goce, libidinal, cuya huella traumática no cesa de escribirse en el síntoma entendido, con Lacan, como un “acontecimiento del cuerpo.” Algunos autores se deslizaron rápidamente a una idea evolutiva, zanjaron lo incómodo del descubrimiento freudiano interpretándolo en términos de desarrollo. Pero no existe la libido infantil y la adulta, el goce ignora el día, la noche, las estaciones. Nada sabemos sobre la infancia sin la experiencia analítica; no es accesible a la observación, por eso, la infancia despierta hilaridad, indiferencia, desprecio, incomprensión, fascinación.
Si tomamos la definición de “factor” dejando de lado la intuitiva comprensión de la referencia al tiempo lineal, aparecen acepciones mucho más apropiadas para entender “lo infantil” en el discurso freudiano. Una de ellas lo identifica con el “hacedor”; es por tanto el principio activo, pulsional. Otra, derivada de su uso en matemáticas, asimila el factor a “cada una de las cantidades que se multiplican para formar un producto.” Si el síntoma es una formación del inconsciente, el factor infantil, es la sustancia libidinal, de goce, añadida a los pensamientos que forma parte de la producción sintomática.
 3) La infancia: una solución existencial
Pero, ¿qué nos enferma? En palabras de Lacan: “En el nivel de la enfermedad, hay pensamiento que circula, (…) al punto que, y lo enuncia con un acento un tanto bíblico, se podría decir que las neurosis dependen estrechamente de la máxima: “Piensen unos en otros”. Sin saberlo, estamos enfermos de pensar en los otros, y ese pensamiento está encarnado. Ese es el verdadero misterio de la encarnación, el de nuestro inconsciente en nuestro cuerpo. Más aún, se trata de un pensamiento encarnado que no quiere aprehenderse como tal, porque de eso el sujeto no quiere saber nada. Tal es la definición de la represión: ante las exigencias de lo real, ante una determinada coyuntura vital, la represión es equivalente a un acto psíquico, a “un juicio que rechaza y escoge.” Es el gran enigma del inconsciente de cada uno, ¿por qué razón no se quiere saber nada de eso? ¿Por qué se prefiere olvidar?
Esos pensamientos no pensados, inconscientes, toman forma como “los pensamientos en los otros” que rigen nuestra conducta, son el resultado de nuestra experiencia de la infancia, el producto de nuestras “necesidades más humildes”, según a expresión de Lacan. Forman parte de nuestra solución personal a las exigencias de la vida. (Not des lebens freudiano) Son pues, respuestas existenciales que fuimos construyendo para poder avanzar. Esos pensamientos no pensados y encarnados forman nuestra tela significante, en la que nos sujetamos y en la que encontramos una satisfacción; aunque pueda estar teñida de displacer llegando incluso a ser nociva, nos aferramos a ella. No es de extrañar que Freud, una vez advertido de la importancia decisiva de los primeros años, confiese que le parece indigno dejar en manos del azar, de los accidentes, las razones de nuestro carácter. Asombrado, descubre en el juego de su nieto de 19 meses, la sutil lógica en la que se asienta el deseo de separación del pequeño, una vez experimentada la ausencia del Otro. Así adviene la primer conquista del ser hablante, gracias al apoyo del par significante (fort- da, ahora está-ahora no) y de una bobina, un objeto, el niño avanza en el “espacio de encantamiento” que supone el mundo más allá de la cuna. Freud supo captar la enorme trascendencia de ese juego inventado por el pequeño y Lacan le dio toda su relevancia al extraer el primer logro vital surgido en la angustia. Ese asombro es el que deberíamos mantener ante la palabra de los niños, ante lo original que sucede en la infancia.
 4) “Son ellos los que saben”
En su texto El niño y el saber , dice Miller que “niño” es el nombre que se otorga al sujeto en la medida en que está abocado a la enseñanza bajo las especies de la educación. El discurso del amo le impone una ablación de goce, una renuncia a la satisfacción de las pulsiones para que el niño pueda recibir marcas de identidad que el Otro le ofrece. El niño deberá consentir a esta pérdida. El psicoanálisis considera que el saber de los niños es auténtico y merece ser respetado. En el discurso analítico el niño es considerado un ser de saber, no sólo un ser de goce. Los niños saben mucho más de lo que los adultos suponen:
-Acerca del lenguaje. En ocasión de una entrevista conjunta con una madre y Sergio, su hijo de cinco años, empeñada ella en corregirle sus errores gramaticales, sus sentidos inapropiados, el niño buscó en una caja de juguetes, encontró una pieza con un símbolo que reconoció de inmediato y exclamó: “ah, esto pertenece a la serie Lazytown. Es emblemático!”
-Acerca de los secretos de familia. Ivan, de nueve años, padecía unas fobias de tal virulencia que llegó a negarse a ir a clase. Poco a poco iría confiando a su analista que cada acción en el interior de su casa estaba balizada por fobias que tomaban nombres distintos. Las más terroríficas surgían en el pasillo que lleva al dormitorio de sus padres. Demasiado prendado de su mujer el padre, demasiado ardiente ella. El niño era su complemento narcisista, envueltos en un constante abrazo que provocaba las quejas del padre impotente para distraerles de esa mutua captura.
-Acerca del deseo de los padres, aunque más no sea por el hecho de ser su síntoma. Así Elisa, una niña de once años atormentada por terribles obsesiones, -entre las más dolorosas, el pensamiento de que sus padres pudieran morir-, llegaría a confesar que ella quiere mucho más a su madre que a su padre, a quien le ve todas las fallas. Por eso intenta estar más tiempo con él, ponerse a su lado, para que él no lo advierta. Formación reactiva, le llamó Freud.
-En fin, concluye Miller, los niños tampoco se engañan acerca del carácter de semblante de ciertos saberes, del halo de ignorancia que los rodea, y en donde ellos encuentran su apoyo. Rubén, de ocho, pediría hablar en la sesión, de las mentiras del gobierno, de lo poco que se preocupan de las personas que necesitan trabajo. Quería asegurarse de que su opinión importa, de que merece ser escuchado.
De más está decir la lucidez con la que captan entre sus maestros y profesores quiénes se preocupan verdaderamente por los niños, por enseñar, y quiénes se aprovechan de su dominio para violentar a los alumnos.

No son polvo, son diamante

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El asunto es simple, me dijo un americano que llegó como profesor de inglés y se quedó en Colombia: nosotros tenemos el verbo to be equivalente en español a dos verbos ser o estar…
El comentario toma más sentido a raíz del intercambio con el dueño de una tradicional pastelería, un francés, quien se encarga de preparar el refrigerio de los niños en un programa de vacaciones. Este pastelero francés, a pesar de tener un próspero negocio con tres sucursales, me recibe de manera sencilla en la cocina preparando pasteles y cubierto de harina, cual ratón de panadería. Está en lo que es –pensé. Pero el comentario realmente sacude mis pensamientos, una vez salgo de la pastelería. En efecto, el conductor del taxi que tomo comenta: Soy abogado pero estoy manejando taxi, ser y estar -me dije. Así, se llenan mis pensamientos: soy médico, soy abogado, soy músico, soy …, soy…, ser… Soy lo que hago…, hago lo que soy.
Será entonces que por este…. “simple asunto” es que por estas tierras de habla hispana el servidor público no sirve al público, el juez no es justo, el constructor no construye etc. etc. Pocos son lo que hacen, parece.
Y aquí es donde entra en la historia la escuela, el lugar donde se culmina la labor de la genética, donde nos terminamos de hacer, pues somos una mágica y maravillosa combinación de lo que traemos y a donde llegamos; y es la escuela, esa que día a día desplaza la labor educativa de los padres y la tribu, la responsable de lo que somos, de si lo que descubrimos, y de si estamos en lo que somos; ya ni siquiera alimentamos nuestras propias crías, lo hace la escuela.
La escuela debería ser el camino seguro al encuentro de sí, a la realización personal, al espejo mágico que revela la realidad y edifica la identidad, la llave del éxito que garantiza ingresos y ubicación social. ¿Lo logra? Muy, muy pocos son los afortunados que reciben todos, o algunos de estos dones de la escuela.
Es frecuente en mi labor de músico, asistir al testimonio de algún oficinista que narra lo que soñó ser y no es, de quienes están en el lugar opuesto de sus sueños y de sus posibilidades. Cuántos llegaron con sus mochilas llenas de condiciones para el deporte, la danza, la literatura, la pintura, la música, la poesía; pero con el infortunio de llegar a la escuela, donde se recibe con anhelo a quien trae en su equipaje la memoria, el don numérico o lingüístico; esa escuela, donde se estratifica el saber, dejando siempre en el menor rango, lo artístico y creativo. Cuántos fueron enviados por la escuela muy, pero muy lejos de lo que verdaderamente son.
Esta mirada miope de las condiciones humanas pudo tener esperanza de corrección cuando Howard Gardner, hace ya más de dos décadas, acuña el término inteligencias múltiples; así, al parecer, además de miopía la escuela padece de sordera, pues los proyectos educativos que de manera real trabajan desde la condición subjetiva y sus posibilidades, son proyectos alternativos y están lejos de la regla general, pues en su mayoría, continúan empeñados en calificar al músico como talentoso y al matemático como inteligente, aun creyendo tener el monopolio del conocimiento, produciendo en serie, preocupados más por los logros económicos que humanos, vaciando bolsillos en sus arcas, para después leer en los diarios “mínimo tres años de experiencia”.
Quienes logramos estar en lo que somos, movidos por la pasión, para quienes el aprender fue recordar, y debimos enfrentar duras batallas para que la escuela no nos hiciese olvidar a qué vinimos, y aunque contamos con la suerte de que aun la clínica no invadía los terrenos de la educación, con la terapia y la medicación, no fue nada fácil enfrentar una escuela que segrega, discrimina y excluye, para quien, unos son polvo y otros diamante.
Como sería este mundo de diferente, si cada labor estuviese hecha con verdadera pasión, si cada puesto de trabajo estuviese habitado por el que nació para él, si el objetivo primario fuese el goce del hacer, si la educación lograra esculpir a cada individuo desde lo que es, y no desde lo que quiere que sea.
Solo cuando la escuela transforme su labor en una labor artesanal, uno a uno y hecho a mano, labrando el destino de cada ser desde su particularidad; podrá crear la materia prima adecuada para la construcción de un mundo mejor, que no es ya una utopía, sino más bien una necesidad que requiere de todo el potencial humano, que todos estén en lo que son; y esto, solo una nueva escuela lo puede lograr.

Reseña Semana de Sensibilización Sobre el Autismo Bogotá y Medellín

La siguiente nota nos la ha hecho llegar Diana Paola Currea Triana, Licenciada en Educación con Énfasis en Educación Especial de la Universidad Pedagógica Nacional.  En ella presenta su reflexión sobre las actividades realizadas en Bogotá y Medellín en el mes de agosto, a propósito de la visita a nuestro país de Brian R. King.

Espejo 1Un maravilloso hecho para reflexionar es el que cada criatura se constituye como un único y profundo secreto y misterioso. Charles Dickens 

Durante la semana del 26 de agosto del 2013 se llevó a cabo una  jornada de sensibilización  sobre el autismo entre Bogotá y Medellín, allí tuvo lugar un evento académico en donde un grupo de ponentes  expertos en la temática  y elogiados por su labor frente a esta población,  brindaron tanto a padres y a  profesionales  de múltiples disciplinas,  una serie de estrategias claves para  lograr un acompañamiento efectivo, que permita una mejora en la calidad de vida no solo de la persona con  autismo, sino de su  grupo familiar; de igual forma, se dio lugar  dentro de esta apretada agenda para disipar  dudas, a  Brian R. King L.C.S.W., autor de diversos temas de exposición en autismo, coautor del libro: Asperger´s and Related Conditions, con Jessica Kingsley, presidente fundador de Brian R. King International (consultores), consultor de Best Buddies International Autista y padre de tres hijos autistas, quien desde su experiencia como autista asperger y desde el marco de la crianza de sus hijos buscaba derribar aquellos imaginarios equívocos sobre las personas  con trastornos del espectro autista y aclarar aquellas particularidades que son ineludibles, las cuales deben ser abordadas adecuadamente para no llegar a la exclusión inminente.

Entre las temáticas expuestas encontramos: aquellas particularidades que los padres deben saber sobre su hijo con autismo, cómo generar estrategias pedagógicas de intervención efectivas y el impacto  de los profesionales en educación y del área de la salud en el  proceso de aceptación de los padres.

Así mismo, la noche del 28 de agosto Brian R. King respondió varios interrogantes durante el conversatorio realizado minutos antes a la presentación de la obra de teatro, allí las preguntas realizadas fueron: si sus hijos habían sido víctimas de bullying y cómo lo había afrontado y cómo lograba comunicarse de manera efectiva entre los miembros de su familia considerando que todos presentan autismo, ante lo cual, al primer interrogante responde (parafraseando):

En algún momento mi hijo  mayor lo vivió de alguna forma, por lo cual yo hable con las directivas del colegio y les exprese  que si no abordaban  este tema con eficacia yo  ingresaría al aula con él  para estar pendiente de sus proceso  y garantizar su bienestar”.

A continuación, aborda el segundo interrogante, al cual responde:

Entre los miembros mi  familia acordamos  ser  lo más específicos posibles a la hora de comunicarnos algo, nosotros procuramos no ser muy abstractos en este proceso”.

De igual forma, fue presentada en el Teatro de Bellas Artes en Bogotá la obra de teatro El mundo de Yi-Zu, realizada por los niños, niñas y jóvenes de la Fundación Integrar y Canto Alegre; ésta nos   enseñó el valor y la inminente necesidad de la inclusión social de las personas en condición diversa. Allí se relata una historia muy interesante en donde milenios atrás, en los lugares más recónditos de la tierra, los seres no eran humanos, no existían estas divisiones no habían  límites y desigualdades, en ese entonces estos seres denominados homínidos, desarrollaron lo que llamamos inteligencia, pero con ella sobrevino la capacidad de excluir al otro y de dañar su  propia naturaleza en aras de establecer un mejor estatus.  La obra relata la historia de un rey padre de cinco hijas, llamadas La, Le, Li, Lo y Lu,  quien debe tomar la decisión de permitirles conocer el mundo, mundo que en su criterio no permite la aceptación de lo diverso.  Su preocupación principal radica en el aspecto de sus hijas, que por demás es diferente, y él considera que los habitantes de ese mundo exterior las van a lastimar.  Esto lo ha llevado a aislarse, estableciendo una coraza de miedo. Por su parte, las princesas, quienes en el furor de su juventud desean explorar el mundo y tienen la maravillosa ternura e ingenuidad propia de su edad, piden desesperadas a su padre realizar un viaje para explorar ese nuevo contexto.  Tanta sería la persistencia de las cinco princesas que el rey accede con gran temor y se aventura, zarpa y recorre mágicos lugares en donde se encuentra con la agradable sorpresa de encontrar otros seres diversos quienes acogieron a sus hijas de la mejor forma y les permitieron descubrir otras posibilidades, al final el rey comprende que el mundo en si es diverso y que sus hijas no son diferentes, que solamente eran diferentes en su percepción.

Cabe resaltar que eventos de este talante se hacen necesarios para crear conciencia apropósito de las poblaciones en condición diversa, que encontrándose en las aulas de nuestro sistema educativo son invisibles  antes los ojos de los profesionales de la educación y profesionales de apoyo, quienes por falta de conocimiento temen realizar la intervención,  pues consideran que estos niños y niñas deben encontrarse en instituciones especializadas, sin antes considerar aquellas particularidades y potencialidades que, con la debida flexibilización curricular, podrían ser empleadas dentro del desarrollo de la estrategia de intervención, como herramientas de trabajo efectivas.  Sería necesario entonces  realizar más jornadas en la búsqueda de derribar aquellos mitos que tanto la familia como la escuela no logran dejar de lado, los cuales excluyen todo lo diverso y continúan sepultando los procesos de inclusión. Más bien se podría pensar en tratar de no centrar nuestra completa atención en el déficit y más bien volcar nuestra mirada, como se cita en el inicio de este escrito, en las múltiples posibilidades de descubrir los maravillosos misterios que cada ser, único en su diversidad, tiene para brindar.  Solo así la inclusión pasará de ser un hermoso discurso que está en boga hoy por hoy y se convertirá en realidad.

Diana Paola Currea Triana

Licenciada en educacion con énfasis en educacion especial

Universidad Pedagógica Nacional

Los autistas en la ficción

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Autora: Vilma Coccoz
Foto Vilma Coccoz(AME de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis de España (ELP) y Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Docente del Instituto del Campo Freudiano. Responsable del Departamento de Psicoanálisis con niños del Nuevo Centro de estudios Psicoanalíticos (NUCEP): institución que desde hace décadas ha investigado muy especialmente la clínica del autismo y las psicosis. Responsable del Grupo de Investigación de las psicosis del NUCEP. Docente de diversas institucionales de orientación lacaniana. Autora y coautora de varios libros, publica regularmente en revistas especializadas en español, francés e italiano. Reside en Madrid, España).
La película I rymden finns inga känslor, del realizador sueco Andreas Ohman, traducido en España como El tonto o el simple Simon tiene como principal protagonista un adolescente afectado por el síndrome de Asperger. Es un indicio del cambio de los tiempos, porque las ficciones contribuyen a hacen pasar lo real al discurso, favoreciendo así su humanización, su incorporación en la vida de los seres hablantes.
Freud estimaba que los atormentados personajes de Dostoievsky anticipaban los hallazgos del psicoanálisis. Las experiencias subjetivas de Raskolnikoff, Dimitri, Aliosha, Ivan…que toman cuerpo en las ficciones literarias del escritor ruso serían homólogas a aquellas que revelaba la traducción analítica de los síntomas. Los sufrimientos y traumas que aquejaban la subjetividad neurótica en su denodada búsqueda de resolución vital, los avatares de la culpa, el peso de los fantasmas, la decadencia del padre para regular el deseo….
En las últimas décadas, además de la proliferación de los llamados por Donna Williams “autitestimonios”, han visto la luz personajes literarios como Lisbeth Salander de Milenium, Mattia y Alice, de La soledad de los números primos, Christopher Boone de El misterioso caso del perro a medianoche… Muy distinta es la experiencia subjetiva que presentan estos relatos a los del siglo XIX. Seguramente veremos aparecer, cada vez con más frecuencia, también, películas como la sueca, que me resisto a nombrar con la traducción española. Porque Simon no tiene nada de simple, ni de tonto.
A Simon le interesa el estudio de la Astronomía porque en el Universo reina el silencio y el orden. Cuando la intromisión de las palabras reales de su familia hacen demasiado ruido y se vuelven insoportables –fenómeno que se suele denominar hiperacusia-, él se aísla en un cubículo metálico que hace las veces de nave espacial y se piensa en el espacio, a salvo de las palabras y de sentimientos desbordados. A salvo del caos. Sólo su hermano, simulando una conexión entre la base terrestre y la nave, cambiando el tono de voz, consigue que salga de su encierro.
“Atención, no me toques, tengo Asperger” será el lema de Simon cuando se aventure a andar por la calle.
Hecha con gran sensibilidad y respeto por el singular y extremo sufrimiento autista, esta película es el relato de la salida del estado “congelado” en el que se encontraba Simon, como defensa radical ante la angustia indecible que le producía el contacto con los demás.
A sabiendas de que él no puede vivir sin su hermano, pero que su hermano no puede vivir sin una novia, dedicará todo su esfuerzo a crear el mundo que le conviene. A través de esta peculiar empresa, conseguirá interesarse por el mundo del que antes huía y a disfrutar con los lazos que se van tejiendo gracias a las palabras.
 

Los niños autistas también son dueños de sus decisiones

 
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Autora: María Solita Quijano
Foto MAria Solita
(Psicoanalista. Asociada de la Nueva Escuela Lacaniana.  Docente de la Universidad Los Libertadores).
 
 
 
“Los autistas son sujetos a quienes hay que tomarse en serio. Aquellos de entre ellos que escriben, se expresan para hacer saber que son seres inteligentes y piden ser tratados con más consideración, además de apelar al respeto de sus invenciones elaboradas para contener la angustia. ¿Acaso desearían ellos que se prohibiera legalmente su escucha para someterlos, lo más a menudo sin su consentimiento, a métodos de aprendizaje?¿habrá que tomar partido por obligarlos, o bien por escucharlos?” dice Jean Claude Maleval, psicoanalista francés, en su libro de reciente edición en Francia ¡Escuchen a los autistas! (2012, Grama).
Recientemente estuvo en Bogotá Bryan King y su esposa, los dos autistas, invitados por la Fundación Integrar y la Liga del Autismo. En una serie de actividades en las cuales ellos compartieron sus experiencias y elaboraciones en relación con el autismo, King hizo escuchar una serie de consideraciones respecto a lo él llamó “paternidad positiva”.
En esta importante actividad dirigida a padres de familia, King presentó sus ideas en un estilo directo, sencillo y preciso, y en su estilo resuenan las palabras que propone Maleval.
Las palabras de King tomaron su fuerza de la forma como organizó sus ideas en una serie de oposiciones con las que quiso transmitir la importancia de “ser conscientes de lo hacemos y lo que decimos” porque nuestro lenguaje, como él dijo, tiene consecuencias.
Habló de responsabilidad en oposición a la culpa en el sentido de transmitir al niño que él es el dueño de sus sentimientos y sus decisiones; entiende por culpa que el niño se ubique a partir de lo que se le dice como “lo que me pasa es culpa de alguien más”; dice King “les decimos a otros que son responsables de nuestros sentimientos…cuando le decimos al niño: sabes que eso me enoja” el niño no puede ubicar el enojo como propio sino como del otro, pero a su vez toma ese enojo como una orientación donde “eso –su enojo, el del adulto- me hace enojado.” Así, el niño no puede ubicar el enojo como propio ni aquello que lo origina.
Es lo que Donna Williams, autista de alto nivel, refiere como formas que algunos autistas tienen de dar sentido a las cosas, es decir, tomándolas para sí en su literalidad; esto tiene que ver con la particular relación que tienen los autistas con el lenguaje. Es parte de lo que el psicoanalista escucha, aún en el silencio.
King también se propone oponer “retroalimentar” con “crítica”, que implica decirles a los niños qué tan efectivos están siendo, decirles por ejemplo “…entiendo que estás aburrido o algo, pero no puedo ayudarte si no me dices…. Yo tampoco entiendo, pero eres tú el que tiene que entender, podemos encontrar juntos una herramienta.”
Crítica por el contrario sería señalar todo lo que hizo mal, cosas por las que él ya se siente mal, dice King; decir “deja de gritar” sería una orientación de este tipo, dice King.
“Compasión” frente a “pesar” es para King transmitir que otro ser humano tiene los mismos sentimientos que nosotros; menciona una anécdota suya de ese día: “hoy alguien quería ayudarme a arreglar el cuello de mi camisa y a pesar del lenguaje (no hablo español) entendí que alguien quería cuidarme”. El pesar que es del tipo “mi pobre hijo con autismo, discapacitado…aunque no tenga intensión, hace que los otros lo vean así…”.
Respecto a lo que llama “permiso” opuesto a “imposición”, cuestión especialmente afín con la orientación psicoanalítica que pide escuchar y aprender de los autistas, King considera que el permiso que él propone “es un signo de respeto muy importante para el ser humano”, en oposición a la imposición que es, dice, “cuando ustedes ayudan, dan consejos sin que se les pida, puesto que se acaba de imponer sobre la experiencia del niño”.
Respecto de la comunicación, dice que es importante diferenciar el “clarificar” del “asumir”. Clarificar se refiere, para él, a tomar algo que asumimos y ver si está mal o no “¿te molestó? ¿Te causó incomodidad? Esto me da la posibilidad de enderezar las cosas… Se eliminan los malentendidos, a los niños les ayuda…”. Mientras que asumir “es cuando nos damos el derecho de leer la mente del otro y no tengo que preguntar. Esto nos hace tener problemas, herir sentimientos…”.
Opone “gratitud” a “derecho”, lo que sugiere una perspectiva muy interesante a las implicaciones que él encuentra en lo que promueve la transmisión de lo que se da por derecho en la idea de “tú lo mereces” pues, dice, “promueve una rabia porque no se le da suficientemente rápido o completo…”; mientras que lo que llama gratitud “en su mejor sentido es ser agradecido por lo que se nos da aunque no lo hayamos pedido…”.
Finalmente, dice a los padres que “nos latigamos porque no somos perfectos; pero nadie sabe qué va a pasar con nuestros hijos…hay que permitirse no saber todo, permitirse ser un estudiante, usar el sentido común… ser vulnerable, imperfecto, darnos el permiso de aprender aunque duela”.  En sus palabras podemos oír su experiencia de padre y de autista, porque los autistas que como él han enseñado sobre sus invenciones para hacerse un lugar en el mundo, nos dejan saber lo que por nuestra parte, como psicoanalistas, terapeutas, educadores, conviene que sepamos acompañar.

Le Courtil o la Práctica entre varios

Le Courtil (Bélgica)

El siguiente escrito de Bernard Seynhaeve nos introduce a Le Courtil, una institución belga que desde hace tres décadas se ocupa de acoger niños denominados “difíciles” o con diversos diagnósticos psiquiátricos (http://www.courtil.be/courtil/).  La experiencia transmitida por el autor de esta nota nos sumerge en una institución que ha sabido valerse del psicoanálisis para producir, tanto para los sujetos atendidos como para los propios profesionales, un lugar en el que es posible inventar; que, a ritmo propio, cada sujeto implicado cuente con las condiciones necesarias para que pueda producir su invención singular.

Autor: Bernard Seynhaeve

 Le Courtil acoge niños que presentan lo que se denomina “problemas de personalidad” o incluso “problemas de comportamiento”. Desde la perspectiva pedagógica, se trata de niños que no se inscriben —o se inscriben mal— en el lazo social. De ellos se dice que son niños agresivos o, por el contrario, apagados, y nuestra misión consiste en desplegar todos nuestros esfuerzos para intentar su re-integración en la ciudad. Desde la perspectiva médica, se explica que ellos presentan uno de los numerosos mono-síntomas que el mundo contemporáneo ha puesto en el mercado. Son hiper-quinéticos, anoréxicos, bulímicos o disarmónicos, TED [Trastornos Específicos del Desarrollo], o, según el DSM-4, que sus síntomas competen al espectro autístico. En consecuencia, nuestra institución se inscribe en la lógica de la misión reparadora del Otro.

Entonces, ¿es posible alojar el discurso analítico en el corazón de la institución, es decir, subvertir la institución mediante el psicoanálisis? En referencia a la enseñanza de Sigmund Freud, de Jacques Lacan y de Jacques-Alain Miller, la experiencia de Le Courtil intenta responder a esta pregunta.
¿Cómo se inventó Le Courtil? Hubo algo de contingencia. Le Courtil nació de un encuentro, hace 30 años. Un feliz encuentro entre el nuevo director y el joven psiquiatra de la institución permitió que el proyecto comenzara. Alexandre Stevens, psiquiatra de esta institución que acoge niños etiquetados como “débiles”, deseaba tomar a cargo un pequeño grupo de niños, los más difíciles de la institución, con el fin de establecer un lugar de acogida cuya clínica se orientara por el psicoanálisis. Mi deseo de director estaba tomado por esta idea. Poco a poco, numerosos profesionales vinculados al psicoanálisis siguieron rápidamente y contribuyeron a través de su trabajo clínico y teórico en la elaboración de la experiencia.
Para mí, fue el encuentro con el psicoanálisis. Yo estaba atrapado, lleno de anzuelos. La transferencia había operado. Lo particular en esta experiencia institucional es que fue a mí a quien le llegó; yo, que venía de enrolarme como director de esta institución. Los efectos de este encuentro serían asombrosos, considerables e inesperados.
Para mí mismo, en primer lugar. En efecto, yo iba a engancharme rápidamente en una relación analítica que me llevaría al pase.
Para la institución también, ciertamente. Ella cambia algo, pues aquel llamado a dirigirla, se deja interrogar por el discurso del psicoanálisis.
Este encuentro entre el director y el psiquiatra, ambos analizantes, permitió que el discurso analítico se alojara en esta institución y la subvirtiera profundamente. Rápidamente hubo algunas otras personas que llegaron Le Courtil para constituir una verdadera comunidad de trabajo. Esto permitió que, progresivamente, una parte importante del personal hiciera, él mismo, una transferencia analítica, que varios de ellos se engancharan en una experiencia analítica personal y que, cada vez más, los jóvenes candidatos a ocupar las vacantes hayan presentado su candidatura en la medida en que ellos mismos hacían la hipótesis del inconsciente, en la medida en que ya estaban enganchados en una relación analítica. Es esto lo que ha hecho decir a Éric Laurent que, en Le Courtil, los trabajadores son analizantes civilizados. Fue así como se inventó Le Courtil. Era la puerta abierta a ese campo que Jacques Lacan definió como aquel del psicoanálisis aplicado a la terapéutica y que Jacques-Alain Miller ha realzado mediante el invento de un significante para designar el estilo de algunas instituciones del RI3: La práctica entre varios.
Esta experiencia perdura desde hace más de 30 años.
He aquí cómo Alexandre Stevens, quien está desde el origen de la experiencia, define el estilo de Le Courtil:
«Cuando decimos que Le Courtil es una institución orientada por el psicoanálisis, ¿qué designamos concretamente? No hay curas analíticas en Le Courtil, y es muy importante subrayarlo, pero sí un uso práctico del psicoanalista. Queremos, mediante esta alternativa, evitar un doble escollo: el del psicoanalista especialista y el de la institución sala de espera del psicoanalista. El psicoanálisis irriga el trabajo, un gran número de los miembros del equipo están, o han estado prolongadamente, en análisis. Pero el trabajo se hace, en el reparto cotidiano, con los niños. Entonces, ¿qué hacemos?, ¿qué decimos? No hay regla absoluta, pero buscamos dejar, en el caso por caso, un amplio espacio a la invención, al encuentro, a la sorpresa. Porque, para estos niños con un gran sufrimiento subjetivo, la invención —siempre un poco sintomática— es esencial, es una parte de su solución, ella les permite estabilizarse o comenzar a producir una solución.
En Le Courtil, sostenemos estas invenciones del sujeto en todos los niveles de la vida cotidiana. Los talleres, que ritman las jornadas y que son el lugar principal de su elaboración, son dejados a la libertad y a la creatividad de los intervinientes (así llamamos a todos los que trabajan sobre el terreno, sean educadores o responsables). No hay objetivo a priori por alcanzar.
El trabajo con los padres funciona sobre el mismo principio. Son recibidos a un ritmo que se decide caso por caso. En principio, los padres no pueden entrar en la parte Le Courtil donde vive su hijo, a fin de respetar la intimidad del joven y, en consecuencia, son recibidos en una oficina. Pero puede haber excepciones.
La pedagogía también está presente en Le Courtil. Cada vez que es posible, se inscriben los jóvenes en el régimen escolar, ordinario o especializado, y para aquellos que necesitan una labor pedagógica más personalizada, igualmente en la institución hay una estructura interna, llamada preciosamente “El Despertar”.
El efecto terapéutico de nuestro trabajo cotidiano también está ligado al hecho de hacer la vida agradable. Los grupos Le Courtil no son grupos terapéuticos, sino grupos de vida: placer y juego tienen su lugar allí».
Así, Le Courtil es la invención de una institución en la cual uno puede inventar.

El caso Paula: de la iglesia a la basílica

La Esperanza 095
Autora: Carolina Koretzky 
Carolina Koretzky
(Psicóloga clínica en el Hospital infanto-juvenil “Clos Benard”. Psicoanalista en liberal. Miembro de la Ecole de la Cause Freudienne et de l’AMP.  Doctora en psicoanálisis, Universidad de Paris VIII).
 
Paula vino a consultar al servicio ambulatorio del hospital donde ejerzo como psicóloga clínica. Se trata de un servicio infanto-juvenil orientado por el psicoanálisis lacaniano. Paula, con apenas 14 años, decidió ella misma consultar: « Me estoy volviendo loca, ayúdeme. Hablo sola, hay cosas muy extrañas que me suceden este último tiempo ». De entrada, Paula me pareció una muchacha valiente y determinada a sentirse mejor y que no retrocede al momento de afrontar lo insoportable.
Paula es una joven a cargo de la asistencia pública desde su nacimiento. Su vida fue marcada por una multiplicidad de lugares de acogida: hogares sustitutos, centros para menores, orfelinatos. Todas las tentativas de un retorno a su domicilio fueron desastrosas. Su madre, toxicómana, tuvo dos niños que dejo en su país de origen. Cuando llego a Francia conoce al padre de Paula, también toxicómano, con quien sigue aun casada. Tres niñas nacieron de esta unión. Las dos primeras fueron dadas en adopción. No fue el caso de Paula ya que su madre nunca quiso separarse de ella. Cuando Paula tiene cuatro años, la familia viaja al país de origen de la madre. Allí, Paula conoce a su abuela materna quien tiene el mismo nombre que ella. En el momento en que yo la recibo en la consulta, Paula vive en un hogar sustituto y ve a sus padres únicamente los fines de semana.
Un lugar donde lo « extraño » puede ser dicho
“Me estoy volviendo loca” me repite Paula, le pregunto entonces: “pero, ¿cómo lo sabe?”. Paula pudo a partir de esta pregunta detallar el tipo de fenómeno psicótico del cual era objeto: “hablo sola en la calle, siento desde chica que alguien me sigue, y con los muchachos las cosas son siempre difíciles ya que ¡todos me aman demasiado!”
Sin embargo, un evento en particular la asusto mucho: “he escuchado una voz…esa voz dijo ‘Paula’, es todo.” Le pregunté los detalles y las circunstancias de aparición de esa voz: “acababa de salir de la escuela, iba a tomar el tren, estaba hablando sola en la calle, durante el recorrido pasé al lado de una iglesia y allí escuché ‘Paula…’, fue muy raro, tuve miedo, tengo miedo aun ya que mi abuela también se llamaba ‘Paula…’, no sé, me pregunto si es ella quien me está llamando para que estemos juntas”.
“¿Una iglesia?” le pregunté. “Si, una iglesia católica, yo iba siempre como mi abuela a la iglesia cuando fui a verla a la isla”. Le pedí entonces que me contara algún recuerdo preciso de ella y con su abuela. Paula narro aquella vez en que en la iglesia, junto a su abuela, ella tuvo una revelación: de repente, Paula se dio cuenta que tenía una familia católica, que todos sus hermanos eran católicos pero ella no entiende por qué no fue bautizada. Aparece otro recuerdo junto a su abuela: de niña Paula tenía un sueño: construir un árbol genealógico. Su madre se negaba a responder a sus preguntas diciéndole “pregúntale a tu abuela”. El fallecimiento de esta última acabó con el sueño de Paula. De regreso a Francia, Paula es nuevamente retirada de su familia y va a vivir a un orfelinato.
Paula prosigue: “antes de escuchar la voz, recuerdo que estaba pensando en la muerte, me preguntaba que es la muerte. De repente me di cuenta que mi abuela estaba muerta, aunque ya lo sabía claro, pero de pronto me di realmente cuenta de eso y me dije: ‘¡pero está muerta!’”. Es esa la frase que precede a la alucinación auditiva.
Al final de esta primera entrevista Paula me cuenta que tiene un cuaderno en donde escribe lo que le sucede. La invito a traerme sus escritos.
La historia sin fin
La vez siguiente Paula vino con un texto en donde detalla las desgracias de su vida. La última frase me interpelo: “tengo siempre la impresión de no existir”. Le pregunté qué quiere decir en esa frase, ella me responde: “Todo ha sido inventado… ¡todo! La música, la literatura, todo…yo a usted la veo, pero, ¿cómo sé que usted me ve a mi?”. En otra entrevista, Paula me dice: “¿para que sirve todo esto? ¿Estudiar, trabajar, si vamos todos a morir? Yo veo a la gente en la calle, van a la oficina, a los bares, ¿se preguntan ellos también si van a morir? Yo me lo pregunto todo el tiempo…Yo siento que vivo para morir”. Paula recuerda que esta impresión comenzó después de haber visto la película “La historia sin fin”. En esa película un niño lee una historia que se termina en el momento en que el libro se cierra… todas las aventuras de la película no son más que aquello que el niño lee.
Solo hace falta cerrar el libro para que todo se termine. Paula denuncia los semblantes del mundo, ese mundo que solo es un sueño, une invención creada por los pobres hombres que se entretienen esperando que se cumpla lo que ya está escrito, que el libro se cierre. Paula tiene la certeza que todo es semblante. Su ironía se expone sin velo, no cuenta con un Nombre del Padre que le permite creer (être dupe) en algo.
 
De la iglesia a la basílica
Las sesiones se prosiguen. La transferencia ya fuertemente instalada, Paula cuenta con las sesiones como un espacio de palabra donde poder dar testimonio de lo que le ocurre. “Le quiero contar lo que me sucedió en la iglesia de Nuestra Señora”. Alejada de la gente, Paula escucha una voz que le dice “tú eres la hija de…”. Paula queda perpleja frente a esta frase interrumpida en donde se puede fácilmente escuchar la vertiente mortífera[1]. De hecho, mi hipótesis es confirmada ya que justo después, Paula me pregunta: “Dígame, ¿en las iglesias, hay tumbas?”. Recordemos el contexto de aparición de la primera voz y la vertiente interpretativa de Paula: quizás su abuela la este llamando. ¿Qué podía yo responderle?  Frente a los dos significantes “iglesia” y “tumba” opté por una pluralización del significante “iglesia”. Le dije que no lo sabía, pero que hay otros lugares de culto a parte de las iglesias. Paula me dijo: “las capillas, los claustros, las basílicas…¡pero claro! ¡Es en la Basílica de Saint-Denis que hay tumbas! Las tumbas de los reyes de Francia”.
“Mi gran pasión es la historia”
Nuestras entrevistas continúan. Ellas no son únicamente un depósito de perplejidades y de voces, sino también un lugar de elaboración de un nuevo saber. Los reyes de Francia interesan muchísimo a Paula. También le gustaría investigar la historia de Roma y de Egipto. Es siempre el mismo punto que le importa: “quiero saber cómo nacieron, como murieron y quien fue el sucesor”. Cualquiera sea el tema, el establecimiento de un comienzo, de un fin y de una sucesión de generaciones es la preocupación central de Paula. Nuestros encuentros le permiten organizar un material en gran desorden. El saber universal es nuestra fuente: buscamos libros y enciclopedias sobre los reyes de Francia. Paula saca fotocopias, hace cuadros, compara épocas. Lleva también un cuaderno en donde escribe en la tapa “Cronología”: allí Paula anota la fecha de nacimiento y de muerte de cada rey y el nombre del sucesor. Luego aparecen tres otros cuadernos de notas: 2. Dinastía merovingia, 3. Periodo carolingio y 4. Dinastía Capeta.
 
Los reyes de Francia: de la historia sin fin a una historia limitada
La investigación sobre de los reyes de Francia es un trabajo sobre las generaciones. Ese trabajo implica que, para cada rey, haya un comienzo y un final. Los reyes de Francia tienen el valor, a diferencia de la abuela, de tener una fecha de nacimiento y de muerte. Igual que la abuela, los reyes son católicos, pero están enterrados en una basílica y definitivamente muertos, entonces, no pueden hablar. Estos reyes son el reverso de la abuela, ya que cuando Paula cree escuchar el llamado de la abuela, la vida y la muerte se encuentran totalmente confundidas. La abuela puede a todo momento surgir y llamar desde la iglesia. Paula, en un  movimiento metonímico, logra pasar de la “iglesia” (lugar de la abuela muerta-viva) hacia la “basílica” (lugar de los reyes de Francia muertos). Su solución, como un guante que se da vuelta, parte del punto más insoportable para ella.
El significante del Nombre del Padre no opera una oposición entre la vida y la muerte, y la forclusión de este mismo vuelve en lo real. Ese retorno aparece bajo la forma de una alucinación en donde la vida y la muerte se vuelven indisociables: los muertos hablan. El riesgo de la interpretación delirante “quizás mi abuela me esté llamando” es inminente. Por el contrario, el trabajo histórico de Paula vía el operador “reyes de Francia” es un esfuerzo de separación entre la vida y la muerte. El primer cuaderno “Cronologia” es un ejemplo perfecto de este trabajo ya que allí no es la información que prima sino el orden que se introduce. La lectura del texto de Eric Laurent Interpréter la psychose au quotidien nos aclara acerca del trabajo emprendido con Paula: “Apuntar al sinthome, es subrayar, volver a los significantes, aislarlos, separarlos de la cadena significante, darles todo su lugar, desprenderlos de la cadena significante del sujeto”[2]. Esta dirección de la cura no busca reanimar la cadena S1-S2 que podría acarrear un desbande delirante. El orden producido por la cronología busca al contrario introducir los cortes y los silencios.
Si la “historia sin fin” hace de Paula una increyente en los semblantes y pone en cuestión todo sentimiento de vida, quizás que esta nueva historia que comienza, una historia con fin, la historia de los reyes de Francia, le dará un instrumento del cual servirse a su manera.


[1] En francés « tu es la fille de », « tu es » (tu eres) es una frase equivaca ya que puede tambien escucharse « tuez la fille » (mata a la chica).
[2] Eric Laurent, « Interpréter la psychose au quotidien », en Mental 16 (la traduccion es nuestra).
 

De lo que se pierde la escuela

 
En una mañana sin clientes en la academia de música, (claro todos los niños están en el cole), entra un hombre delgado y tímido con vacilantes preguntas. “¿dictan clases a niños?, ¿y en la mañana hay alumnos?, ¿quién dicta las clases?”
Al confrontarlo en busca de su necesidad cuenta que es un niño diferente, raro, con problemas, pero le gusta mucho la música, dice.
Muy dispuesto, curioso e interesado le pido conocer el niño,
“¿si……está en el carro….. Lo traigo?
¡Claro! con intriga en espera de quien sabe que rareza, aparece un niño de ojos redondos e inmensos, dulce, despierto, vivaz, entrador y encantador, que examina todo con sus grandes ojos y pregunta insistente y obsesivamente  ¿Te gusta la música metálica?, ¿te gusta la música metálica?, ¿ te gusta la música metálica?
En esa mañana de 1994 inicia mi viaje por este extraño síndrome, para el momento desconocido, o mejor, diría yo ignorado, pues fue investigado desde 1885 por el neurólogo francés Gilles de la Tourette de quien lleva su nombre, descrito en textos de miles de años de antigüedad y del que poco se sabía en Colombia.
En sesiones diarias de batería, la arrogante escuela que niega la entrada a quien le resulta incómodo, me dio el placer de compartir con este niño lleno de virtudes y habilidades, tantas o más, como las que tienen quienes creen no tener ninguna “anormalidad”, pues ningún colegio resulta dispuesto a recibir niños con tourett y en la mayoría de los casos son desescolarizados, cuando sus síntomas son marcados y regulares.
El programa impuesto, fácilmente se adaptó a sus particularidades, iniciando con solo sesiones de dos o tres minutos frente a la batería: ¿puedo ir al baño?, ¿puedo ir al baño?, ¿puedo ir al baño?, sus tics vocales y motores , obsesiones y compulsiones, no fueron impedimento para obtener resultados, Solo bastó con proponérselo, acogerlo, abrir brecha para él, en lo metodológico y en lo social y al poco tiempo estaba integrado a la comunidad educativa, con sorprendentes resultados, tocando en un ensamble instrumental, estudiando solo en el salón durante sesiones de más de una hora, además de relacionarse con niños, maestros y padres.
Experiencia que con el tesón de una madre decidida a sacar a su hijo adelante, nos lleva a conformar la asociación del síndrome de tourett en Colombia, en busca de difundir en la comunidad el síndrome, conociendo más casos y conformando un grupo de niños para desarrollar ante todo actividades sociales, con un altísimo impacto terapéutico en los niños y sus familias.
De lo que se pierde la escuela formal al negar el ingreso a niños como este, niños con memoria enciclopédica, oído absoluto, pasión por la historia o la música, creatividad desbordante, seres capaces, ¿de cuánto? no lo sé, eso sí, de lo suficiente para ser felices, impactar positivamente su entorno, construir vínculos y contribuir desde su condición a la construcción de un mundo mejor.
De lo que se pierde la escuela, por esa modalidad perversa de limitar el ingreso midiendo lo que el niño no puede, ignorando lo que puede y desconociendo lo que podría, buscan niños para la escuela y necesitamos escuelas para los niños.
De lo que se pierde…. de una única posibilidad de entender y enseñar a niños, padres, maestros y comunidad de la particularidad humana, de la tolerancia, del amor verdadero, de la condición humana, de la fragilidad del ser, herramientas poderosas para enfrentar la vida y como lo evidencia esta sociedad intolerante y violenta, el aparato educacional fracasa en enseñar.

Seminario ¿Qué tratamiento posible para los autismos y las psicosis infantiles? Respuestas del Psicoanálisis

seminario1
Este seminario abierto, busca realizar una actualización y puesta al día del debate y de las posturas principales del psicoanálisis lacaniano con relación a la clínica del autismo y las psicosis, en contraste con otros modos de intervención. El recorrido contiene diferentes aspectos: Primeramente interesa especialmente significar la enseñanza de los testimonios escritos existentes de sujetos autistas, acerca de un funcionamiento particular que contiene en sí mismo la “solución” que cada uno encontró; como también darse a la tarea de extraer los principios que fundamentan las diversas propuestas de intervención terapéuticas existentes que derivan en concepciones más o menos ocultas a la luz del interés por entender la subjetividad que está en juego en el autismo. El tratamiento psicoanalítico esgrimirá sus razones a la hora de dar cuenta de lo que orienta su práctica, no sin considerar lo que entiende como una absoluta novedad en el esfuerzo que puede hacer un sujeto para encontrar un lugar menos inhóspito que el del radical aislamiento del Otro. No obstaculizar este esfuerzo es lo que el psicoanálisis encuentra como la dignidad de su acción.
Posteriormente, el campo de las psicosis como tal y el diagnóstico diferencial con los autismos, permitirá nutrir una clínica con las consecuencias éticas que requieren pensar las maneras de tratar los síntomas que un sujeto puede presentar y sostener las estabilizaciones logradas en diferentes ámbitos de desenvolvimiento del niño o del joven.
*Este seminario se enmarca en la línea “Propuestas de Intervención clínica para las psicosis y autismos en niños y jóvenes. Hacia una práctica dialogada”, de La Antena Infancia y Juventud de Bogotá.
Para asistir al seminario se debe tener como condición una práctica de intervención activa y/o estar concernido por el tema en cualquiera de las vertientes posibles: trabajo institucional, investigativo, clínico, educativo, etc.

  • Responsables: Lizbeth Ahumada, Laura Arciniegas, María Solita Quijano, Emilio Herrera
  • Horario: lunes 12:o0am semanal
  • Inicio: febrero 26 de 2017
  • Lugar: Nueva Escuela Lacaniana (Cra. 11B No. 99-54 Of. 602)

Ubicación:
 
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La Antena Infancia y Juventud Bogotá