II Semana del Autismo en Bogotá – 1 al 8 de agosto de 2014
A continuación presentamos la programación de la II Semana del Autismo que se llevará en Bogotá del 1 al 8 de agosto, organizada por la Antena Infancia y Juventud de Bogotá. Contaremos con la presencia de Bernard Seynhaeve y de Vilma Coccoz.
Bernard Seynhaeve es Psicoanalista, Miembro de la Escuela de la Causa Freudiana (ECF) en Bélgica y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), AE 2008-2012, Director de Le Courtil, Miembro del Consejo de la ECF y enseñante en el Colegio Clínico de Lille.
Vilma Coccoz es Psicoanalista, Miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP) en Madrid, España, y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Es Responsable del Departamento de Psicoanálisis con Niños del Nuevo Centro de Estudios Psicoanalíticos (NUCEP).
Información e inscripciones en: antenainfanciayjuventudbogota@gmail.com
PROGRAMACIÓN:
Jueves 31 de julio:
Entrevista radial a B. Seynhaeve
Viernes 1 de agosto:
Presentación de la película «A cielo abierto» y conversación posterior (Alianza francesa). B. Seynhaeve
Conversación con miembros y asociados de la NEL e invitados de La Antena: Encuentro con la clínica del autismo y las psicosis: Enseñanazas para la formación analítica (NEL Bogotá). B. Seynhaeve
Sabado 2 de agosto:
Auspicia: NEL (conexión con 10 Sedes de la NEL vía webex)
Mañana: Seminario Lo que la «práctica entre varios» nos enseña. B.Seynhaeve y V. Coccoz.
Tarde: Jornada clínica. A cargo de Lizbeth Ahumada y Vilma Coccoz. Discute: B. Seynhaeve
Lunes 4 de agosto:
A Cargo de la Línea de investigación de Inclusiones y segregaciones de La Antena (Biblioteca Virgilio Barco-Universidad Nacional de Colombia)
-Mañana: Taller con educadores, terapeutas y universitarios. La inclusión: Un lugar para sostener al niño. Experiencias.
-Tarde: Taller con padres, familiares y amigos de personas con autismo.
Martes 5 de agosto:
-Conferencia Universidad del Rosario: El autista y su institución. B. Seynhaeve
-Reunión con autoridades de la salud en Colombia: Política y tratamiento de las personas con TEA. Experiencia Belga. B. Seynhaeve
Miercoles 6 de agosto:
Mañana: Clínica Santo Tomás:
-Conversación con psiquiatras y psicólogos: Psicosis y práctica institucional. B. Seynhaeve
-Presentación de enfermos. V. Coccoz
Tarde: Entrevistas radial y televisiva: B. Seynhaeve,Vilma Coccoz, Lizbeth Ahumada
[Jueves: Festivo en Colombia. Posesión de nuevo Presidente de la República]
Viernes 8 de agosto:
Mañana: Presentación Documental Otras voces. Conversación posterior: B. Seynhaeve y V. Coccoz (Alianza Francesa)
Tarde: Conversación clínica institucional. A cargo de miembros de La Antena y B. Seynhaeve.
Mariana Otero y Bernard Seyhaeve hablan sobre el documental "A cielo abierto"
A continuación presentamos unos comentarios de Mariana Otero, directora del documental «A cielo abierto», el cual se estrenará el próximo 1 de agosto de 2014 en la Alianza Colombo Francesa de Bogotá. Al final, un comentario también a propósito del documental de Bernard Seynhaeve, director de Le Courtil, institución en la que se realizó el documental. El Dr. Seynhaeve estará de visita en nuestro país en el marco de la II Semana del Autismo, del 1 al 8 de agosto, organizada por la Antena Infancia y Juventud de Bogotá.

COMO UN CIELO ABIERTO…
«Una maravillosa película acerca de la infancia y de la locura.»
LES INROCKUPTIBLES.
«Como un Cielo Abierto se refiere la diferencia radical del Otro. Se acerca a los niños y sus sufrimientos de una forma libre y creativa originando controversia.»
LE MONDE
«Una experiencia extraordinaria sobre la vida y la libertad»:
LE FIGARO
«Cine documental pero, sobre todo, cine puro».
LE NOUVEL OBSERVATEUR
«La encarnación de lo cautivador y conmovedor del lenguaje cinematográfico.»
L’HUMANITÉ
Una película de Mariana Otero.
Alysson observa su cuerpo con cautela.
Evanne gira hasta que el mareo le hace caer.
Amina no es capaz de pronunciar las palabras con claridad.
En la frontera franco-belga, hay un lugar único para niños con problemas mentales y sociales. Día tras día los adultos tratan de entender el enigma que cada uno de ellos representa, de inventar soluciones que les ayuden a vivir en paz. A través de sus historias, Como un Cielo Abierto, revela su singular visión del mundo para nosotros.
Notas de la Directora
Orígenes del proyecto:
El reino al que llamamos “locura» siempre me ha intrigado, fascinado y hasta asustado, pero, al mismo tiempo, siempre tuve la vaga idea de que era posible comprender algo sobre él y, además, que la locura podría enseñarnos algo. Después de Entre nuestras manos, yo quería enfrentar este estado alterado contra el pensamiento racional que parece venir en tiempos cortos.
Por lo tanto, visité numerosos hogares e instituciones para «discapacitados mentales». En el curso de mi larga expedición, descubrí un instituto médico y educativo para niños en la frontera franco-belga que es prácticamente único en Europa, Le Courtil.
La idea fundamental de la institución es que los niños que sufren de problemas mentales no son discapacitados o les falta algo para ser como los demás. Por el contrario, en Le Courtil, cada uno de los niños por encima de todo es considerado por el personal como un enigma, un sujeto con una singular estructura mental, en otras palabras, una original manera de percibir y pensar el mundo y su relación con los otros. El personal, abandonando todas las ideas y conocimientos pre-establecidos, trata de comprender la singularidad de cada niño, con el fin de ayudarles a encontrar su propia solución, una que les permita encontrar su lugar en el mundo y vivir en paz.
Además, encontré una extraordinaria manera de pensar y de vivir con la locura, en una institución que coloca al sujeto y su singularidad en el centro de su labor. Encontré una forma de acercarse al Otro que me conmovió profundamente y que, espero, sea perceptible en toda la película: quienquiera que sea, el Otro, debe considerarse como un inconmensurable misterio.
Rodaje
A pesar que esta expedición duró casi un año, de lo que vi y de las historias acerca de los niños, cuando empecé a filmar no se había logrado avanzar mucho sobre los posibles «guiones”. Las cosas tenían que ser diferentes. En un lugar como Le Courtil, donde todo gira en torno al sujeto y sus invenciones, los cuentos de los niños eran impredecibles. Además, la importancia de los acontecimientos era captada y evaluada durante mucho tiempo después de que sucediera, en relación con el desarrollo del niño, en otras palabras «a posteriori».
Se puede decir que en Le Courtil las historias son escritas al revés. Esto es inquietante… y te deja sin aliento. Ciertamente, yo agudice mi mirada durante la expedición y pude ver con más claridad que cuando llegué por primera vez a Le Courtil. Pero mis poderes de predicción terminaron ahí. Tenía una pequeña guía de los acontecimientos que me iban a permitir filmarlos de manera más o menos precisa, pero no tenía «visibilidad» más allá de esto.
Grabé durante tres meses en un estado de concentración total, la cámara atada a mí ocho horas al día, con la sensación de que cada segundo era precioso. Para tener éxito en el rodaje de las escenas, tuve que olvidarme de mis intereses normales, así me permitiría evaluar la importancia de un evento y lo que este conlleva. En Le Courtil, estos intereses no eran necesariamente los correctos y pude haberme perdido de algo esencial. Para mantener la agudeza de mi mirada, y para ser exacta en el rodaje de cada escena, tenía que estar presente en el día a día con los niños y el personal. No grabé todo, pero estaba con ellos en todo momento, en alerta.
Con el avance de la filmación, comencé a percibir la importancia de ciertas escenas que luego completaría con otras escenas, y que a su vez tuvieron un significado diferente la semana siguiente. De hecho, se trataba de una atípica y fascinante forma de grabar muy distinta de todo lo que había experimentado hasta entonces.
Los niños y la cámara
Yo sabía, antes de empezar a grabar, que la relación de los niños con la cámara iba a ser muy particular, directamente conexo con su forma de vivir su relación con el Otro, su cuerpo y el mundo.
Yo sabía que la relación con la cámara, en otras palabras, con la mirada, puede ser central, elegí trabajar sola las escenas con los niños, sin mi ingeniero de sonido. Me decidí a llevar la cámara atada a mi cuerpo con un ligero y flexible sistema de arnés, por lo que lo convertí en un «cuerpo-cámara». Y, aun cuando yo no estaba filmando, llevaba este aparato.
Desde el principio del rodaje, para los niños, o la cámara y yo no existíamos, o me hablaron como si no tuviera la cámara o tuvieron un interés exclusivamente en ella. De alguna manera, para ellos, no hay nada fuera del marco. Es por eso que, a veces, la interacción de los niños con la cámara y conmigo fue tema en las reuniones y sesiones de supervisión como si fuera otro elemento del taller.
De cualquier forma, estos niños no mostraron ningún tipo de narcisismo, vergüenza, timidez: su imagen y la representación de ésta no les importaba. Era su relación con el Otro o su mirada la que estaba directamente en consideración, y la que podría agredirlos o, por el contrario, tranquilizarlos.
Tomemos el ejemplo de Evanne. Para él, al comenzar el rodaje, la cámara no existía y yo era transparente. Luego, poco a poco, al mismo tiempo que él cambiaba, «el Otro» comenzaba a tomar forma para él, vi que me comenzaba a ver y ver la cámara. Así, la primera vez que miró a la cámara, me sentí muy conmovida: un cambio importante en Evanne fue revelado, muy diferente de todos los demás, de su forma de ver a la cámara y de lo que había filmado en el pasado.
Para Alysson, quien apenas me había prestado atención durante esta expedición, mi presencia silenciosa como camarógrafa se volvió muy importante. El personal y yo teníamos la impresión de que la cámara se asemejaba al cuerpo de Alysson lo que le permitió ponerse en marcha. Algo muy poderoso que me hizo pensar en la relación que los actores tienen con la cámara: no es el deseo de ser visto, sino más bien una función mucho más vital: traerlos juntos.
La relación con la cámara fue muy fuerte, muy “significativa”, lo que, de una forma totalmente lógica, encontró su lugar al final de la edición de este filme.
Edición
Al final, grabé más de 180 horas. Con el editor, Nelly Quettier, cortamos las secuencias caracter por caracter, tratamos de poner de relieve la singularidad de cada niño y su desarrollo. Después de cuatro meses en la edición, tuvimos cuatro horas en las que juntamos las escenas construidas a partir de los cuatro personajes principales: Jean-Hugues, Alysson, Evanne y Amina. Después de eso, construimos la película intercalando estas «historias» jugando con el espacio y el tiempo, sin llegar a ser una construcción cronológica.
A través de la edición, tuvimos que entender la locura de una manera sensorial, emotiva e intelectual, mientras construíamos una estructura dramática con los niños en un constante movimiento hacia adelante y hacia atrás entre su vida cotidiana y las reuniones. Tuvimos que evitar ser sistemáticos y mantener la emoción ligada a los personajes en todo momento. Los obstáculos habrían de convertirse en didáctica: la película tenía que ser una experiencia y no una lección. Más que dar una explicación, lo principal para mí era que los asistentes pudieran vivir la experiencia de la comprensión, en otras palabras dar lugar a una nueva mirada. El tiempo era esencial para la película: el momento del interrogatorio en primer lugar y luego el de descubrimiento y, por último, el de entendimiento.
Sobre Le Courtil y su Director Bernard Seynhaeve
¿Por qué aceptó dejarse filmar por la cámara de Mariana Otero?
Bernard Seynhaeve: Aceptamos porque era la cámara de Mariana Otero. O sobre todo, porque era Mariana. Conocía vagamente a Mariana Otero, pero no conocía a Mariana. Vi su primera película. La enunciación estaba allí. Lo que la atormentaba en ese filme, es lo que hace la singularidad de los seres parlantes, sus fallas. Lo humano. Luego me interesé por conocerla. Ese fue un encuentro. Necesité un poco de tiempo para encontrar a la persona, es decir percibir alguna cosa de su enunciación más allá de su enunciado. Pienso que puedo afirmar que ha sido así para todos aquellos que la encontraron en la institución. No solamente todos los intervinientes, sino sobre todo, los niños. A lo largo de nuestros repetidos encuentros y sus preguntas, siempre orientadas hacia el mismo punto, nos hemos hecho una pequeña idea de lo que la preocupaba, de lo que le daba la tabarra en su vida, lo que iluminaba su vida: ella quería comprender, quería saber. Tenía un deseo ardiente de comprender para contar la vivencia de los niños, su alegría de vivir, pero también lo que le es insoportable, lo más cerca posible de lo cotidiano. Mariana pasó varios meses en el Courtil para efectuar su enfoque. A continuación pasó otros tres meses para realizar su película. Es decir que hemos podido hablar, intercambiar. Mariana se ha ganado plenamente nuestra confianza, la de todos los trabajadores del Courtil, la de los niños y la de los padres, sin resistencia.
Bernard Seynhaeve en sus palabras
Mi transferencia con el psicoanálisis se hizo a partir de mi encuentro con Alexander Stevens en 1980. Yo venía de trabajar en una institución que acogía niños que se calificaban como débiles. Este significante no me parecía conveniente. No soportaba que dijéramos de estos niños que les faltaba cualquier cosa. Pronto, Alexander Stevens, que era médico psiquiatra en esta institución me pidió crear una pequeña unidad de cuidados que se orientara con referencias de Freud y Lacan. Esto respondía a mi malestar. Acepté inmediatamente. Así fue inventado Le Courtil. También en esa misma época comencé mi análisis; un análisis que duró 25 años y que se puntuó por el pase. Fui nominado AE de la Escuela de la Causa Freudiana en abril de 2008 y enseñé en tanto que AE hasta 2012. Además de mi función como director de Le Courtil, empecé a recibir como analista en Lille, en Francia en el 2000. También soy enseñante en el Colegio Clínico de Lille.
Dejaré mi función de Director de Le Courtil a partir de mi jubilación el 30 de junio de este año, pero continuaré en la difusión del psicoanálisis y recibiendo como psicoanalista. Actualmente soy miembro del Consejo de la Escuela de la Causa Freudiana.
La idea perdida de un niño

El pasado 15 de mayo, bajo el título La idea perdida de un niño, La Línea Guerra, infancia y juventud, presentó la exposición de cuadros de Alonso Jiménez, alusivos al tema. A continuación las palabras de introducción.
Víctor Florián.
Profesor Titular U.Nacional
Bauticémosla Infantia, lo que no se habla. “ Es el estado del alma habitada por algo a lo que jamás se da ninguna respuesta… Un hijo reconoce a su padre, no por su cuerpo, sino por su nombre… Yo mismo naceré después, con el lenguaje, al salir de la infancia” ( Lyotard). Incapacidad de hablar, repite el Diccionario Abreviado latino-español.
Pero cuánto tiempo le costó a Descartes establecer la diferencia entre el hombre y el animal si no hubiera sido por el descubrimiento de la linealidad pensamiento- lenguaje con el ejemplo del loro y las urracas que aunque pueden proferir palabras, sin embargo, no pueden hablar como nosotros, esto es, “demostrando que piensan lo que dicen”.
Esta distinción viene precedida en Aristóteles por una gran Razón o multiplicidad de fines. La naturaleza no produce nada en vano, siempre procede con fines determinados. De ahí que son propiedades únicas del hombre las siguientes:
-Entre las especies vivientes, sólo el hombre tiene el lenguaje;
– La voz, en cambio, es signo del dolor y del placer y por tanto pertenece a las otras especies;
– El lenguaje existe o tiene el fin de comunicar lo conveniente y lo inconveniente, lo justo y lo injusto; la justicia es un elemento del Estado.
-El hombre finalmente tiene la particularidad de ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, que experimenta el hecho de tener sensación del bien y del mal (Política, I-2)
-El hombre entra a formar parte de una familia, y todo Estado se compone de familias.Los elementos constitutivos de una casa son el hombre y los bienes de propiedad. Desde esta perspectiva, comprendemos en la reflexión de Agamben que para Wittgenstein buscar una polis (una comunidad política) y una oikía= casa, es “el deber infantil de la humanidad”. El mundo es para maravillarse de él y la expresión más adecuada para esa maravilla “es la existencia del lenguaje” (Infancia e historia).
La pintura que hoy nos ha expuesto Alonso Jiménez Galindo y que él mismo tituló “LA IDEA PERDIDA DE UN NIÑO, Bogotá mayo 15 de 2014, tiene un profundo significado y, a la vez, nos plantea muchos interrogantes que enriquecen nuestro trabajo. Justamente una reflexión sobre la infancia ha conducido al autor a mostrarnos que “los niños no están bien”, volviendo a la oposición aristotélica entre el bien y el mal, y que la tesis contraria sería falaz. Es suficiente mencionar los crecientes niveles de violencia de los que sigue siendo objeto el niño, por supuesto indignantes, que nos afectan y nos producen dolor: abandono familiar, los desplazados, los abusados, los topos o víctimas del trabajo en las minas, los homicidios prácticamente en las puertas de la institución escolar, la trata de menores, las extorsiones, etc. Paradójicamente “la violencia sin precedentes del poder humano tiene su última raíz en esta estructura del lenguaje”( Infancia e historia).
En el XIX, siglo marcado por el historicismo, Condillac, el gran divulgador del empirismo de Locke en Francia, afirmó la tesis del lenguaje gestual como el lenguaje original (Essai sur l´origine des connaissances humaines) en términos de “Progresos que el arte del gesto hizo entre los Antiguos”. Tesis bien destacada hoy por Julia Joyaux en EL LENGUAJE ESE DESCONOCIDO que bien puede ser una herramienta importantísima para la relación infancia-historia.
El reciente siglo XX se concibió como el del lenguaje y la velocidad de las comunicaciones: radio, televisión, cine, cuotidianos con millares de ejemplares, libros de bolsillo y de biblioteca, informes económicos, políticos y sociales, documentos internacionales. Y a la práctica de estos lenguajes se sobreponen otros, no menos interesantes, del gesto y de la imagen. Podemos comprender rápidamente que unos dibujos animados, un cuadro abstracto, un aviso de sentido prohibido, un film mudo o una danza son prácticas llamadas “comunicativas”, al mismo título que las palabras de nuestro vecino o los editoriales de un periódico.
Ahora bien, el arte constituye un lenguaje tácito, un sistema de “voces del silencio” en la medida en que no se expresa siempre con medios verbales. O que, en los casos en que la palabra forme parte de esos medios expresivos artísticos, su función estética puede conducir a la paradoja (Véase R. Magritte) .En cuanto a la concepción del lenguaje como “clave” del hombre y de la historia social, como vía de acceso a las leyes del funcionamiento de la sociedad, constituye una de las características más notables de nuestro momento. La pregunta ¿qué es el lenguaje?, se podría reemplazar por otra: ¿Cómo pudo ser pensado el lenguaje? si nos propusiéramos seguir la huella de pensamiento de las diferentes visiones del lenguaje. “El sueño que Freud estudia es igualmente considerado ante todo como un sistema lingüístico para descifrar, o mejor, como una escritura… (p.256).
Agustín de Hipona en Las Confesiones nos pinta la niñez y nos informa cómo comenzamos a hablar. Las palabras del lenguaje nombran objetos, “jugar consiste en desplazar objetos sobre una superficie siguiendo ciertas reglas…”
La idea perdida de un niño es precisamente lo que está plasmado en este juego de “fantasmas” (como en el Canto de Navidad) que ha pasado por nuestros ojos. En ninguno de los cuadros podemos encontrar un rostro humano, una expresión de alegría que aumente simultáneamente nuestro deseo de existir, una mirada tierna, o una sonrisa agradable propia de un viviente humano.
Entrevista a Lilian Caicedo sobre educación inclusiva
Proyecto de Cualificación de Docentes desde el desarrollo de prácticas de investigación, sistematización y divulgación de acciones para la educación inclusiva implementado por el IDEP, y la Organización de Estados Americanos OEI. Invitada especial la investigadora Lilian Caicedo.
Para escuchar la entrevista:
http://www.spreaker.com/user/7171774/aula-urbana-dial-20-abril-2014
Sandra Katz en la Antena
La Línea, Inclusiones y exclusiones en educación: Contra-experiencias, tiene como invitada a Sandra Katz, Coordinadora de la Red Universitaria Latinoamericana y del Caribe sobre Discapacidad y DDHH, para que nos hable de su experiencia sobre la vinculación del tema de Derechos de la Población con Discapacidad en la Educación Superior. Al aceptar nuestra invitación, nos ha convocado a un espacio para el debate. ¡Agradecemos su presencia!
Lugar: Carrera 11B # 99-54, oficina 602
Fecha: 22 mayo 2014
Hora: 5:00 p.m.
¡Entrada Gratuita!
Currículum Vitae
La doctora Katz es Profesora en Educación Física; Licenciada en Psicología Universidad Nacional de la Plata (Argentina); con Diplomatura en gerencia social y políticas de discapacidad. OEA Flacso Chile. Doctorada en Ciencias Sociales UNLP.
Docente en la Universidad UNLP: “Didáctica para la integración en Educación Física” Seminario “Discapacidad: un enfoque interdisciplinario”, “Arte y discapacidad” Seminario “Seminario sobre Discapacidad e Integración en el Campo de las Prácticas Corporales”.
Coordinadora de la Comisión Inter-universitaria sobre Discapacidad y Derechos Humanos. 2008-2010.
Coordinadora de la Comisión Universitaria sobre Discapacidad de la UNLP- Actualmente, coordinadora de la Red Universitaria Latinoamericana y del Caribe sobre Discapacidad y Derechos Humanos.
Martin Egge
En el siguiente apartado, la psicoanalista Maria Solita Quijano, miembro de la Antena Infancia y Juventud de Bogotá, ofrece una breve reseña de la vida Martin Egge y de la institución que se fundó en su nombre. Como homenaje a este importante psicoanalista, traduce además el testimonio de unos padres cuyo hija fue antendida por Egge en su Fundación.

Martin Egge fue un Psicoanalista decidido y entusiasta, médico de la Universidad de Heidelberg (Alemania), y especialista en Neuropsiquiatría Infantil en Berlín, fue Miembro de la Escuela Italiana de Psicoanálisis –SLP-, docente del Instituto Freudiano de Roma, y fundador y director terapéutico, desde 1997, de Antenna 112 y, desde 2003, de Antennina, del Buon Pastore de Venecia, centros terapéuticos residenciales y diurnos para niños y adolescentes. Además de El tratamiento del niño autista, publicó numerosos artículos en revistas de psicoanálisis de Italia y otros países, y escribió un ensayo sobre Glenn Gould para el libro Invenciones en la psicosis (editorial Quodlibet, 2008). Fallece en el año 2011 y en su honor se funda esta institución que desarrolla actualmente su trabajo en Venecia (www.fondazionemartineggeonlus.org).
En sus palabras “La diferencia de las Antennas con otros dispositivos es que su trabajo es producir un sujeto, es decir, demostrar al niño autista que su palabra nos la tomamos muy en serio, por esta razón en la entrada del niño al dispositivo hay un sí decidido a lo que el niño trae consigo”.
Los Padres de Samantha, acogida en la Fundación, testimonian de lo que su trabajo les legó:
“Gracias porque realmente es muy difícil entender qué pasa en el corazón de un padre con un hijo discapacitado. Pero usted estimado Doctor Egge lo lograba porque amaba a estos niños, los amaba profundamente. Se entendía de inmediato; al oírlo hablar de ellos, su cara y sus ojos siempre tranquilos, se iluminaban. Para usted todos eran importantes, del primero al último.
Quisiera contarle dos de los tantísimos episodios en los que usted siempre tuvo las palabras justas en el momento indicado.
Una vez, acompañándome afuera después de uno de nuestros tantos coloquios en los que estaba particularmente mal, usted me dijo: “Los nuestros son niños especiales y tienen necesidad de un amor especial”.
En otra oportunidad usted había apenas regresado de las vacaciones y yo bromeando le dije: “La estaba pasando muy bien ¿no? ¿duro volver?”, usted me miró y me respondió : “Un poco de vacaciones está bien, son necesarias, pero estoy contento de haber regresado, no veía la hora de volver a ver a los muchachos, me hacían mucha falta”.
Querido Doctor Egge, usted realmente nos hará mucha falta, y por esto nuevamente quisiera decirle gracias, usted permanecerá para siempre en el corazón de sus muchachos y de nosotros los padres.”
Giorgio y Angela, Padres de Samantha.
Las encrucijadas del perdón
El perdón ha devenido una categoría política, es decir, cosa pública. En su nombre se fundamentan acciones dirigidas a reconfiguraciones históricas y culturales, a desarrollos de procesos profundos de restitución, restauración o construcción de lazos sociales perdidos o inexistentes; es, en una palabra, un término tomado como agente necesario de los cambios sociopolíticos que se producen o pueden producirse en contextos específicos. En este sentido, asistimos actualmente al escandaloso uso demagógico que en la política se hace del perdón, planteado incluso como un elemento decisivo en el campo del gobernar. Y no nos asombra que a este lenguaje del perdón se añada el del amor y el de la verdad, instaurándose como la dialéctica necesaria en un proceso de reconciliación entre varios.
En mi país, por ejemplo, el actual Alcalde de la ciudad de Bogotá, ganó las elecciones proclamando como eje central de su plan de gobierno la política del amor, ¡sí, como lo oyen, la política del amor como bandera de un gobierno! Como lo dije, ganó las elecciones. Y aunque la improvisación de sus acciones es lo más conocido de su gobierno…¡no están desprovistas de amor! Las diversas interpretaciones de un tal enunciado nos distraerían demasiado, aunque solo señalemos que de entrada no es claro si la referencia es al amor por el poder o al poder del amor… (No en vano el alcalde en cuestión es un ex guerrillero, que, una vez instalado en la política democrática, supo poner a andar las resonancias del término perdón, encarnándolo él mismo en su inserción en la vida pública). Claro ejemplo éste de la apropiación efectiva de un significante carente de sentido que comanda el discurso de gobernar y crea el lazo decisivo para una elección popular- Un significante amo, diría Jacques Lacan-: Entre menos sentido, más eficacia, más docilidad. Los políticos saben de eso.
Por otra parte, tenemos también el caso de las actuales conversaciones de paz en Colombia, donde la verdad y el perdón están en la agenda de negociaciones. La verdad, dicen las víctimas, o mejor sus portavoces, condiciona la posibilidad de otorgar perdón. Así que a la hora del perdón se le hace corresponder la hora de la verdad, entendiendo como verdad el hecho objetivo que condujo a alguien a nombrarse como víctima. En nombre de ella, de la verdad, se cree alcanzar el sustrato más real del acto en juego, y de ahí se desprende el don balsámico del perdón.
Cada vez más lo que podemos observar como propio del discurso religioso, va tomando lugares insospechados en el ejercicio mismo del poder político. La laicización del Estado es ya una ilusión. Pero…¡los dioses no perdonan! Y es que el perdón es ciertamente un legado de la tradición judeocristiana; da cuenta de una determinada moral como modo de vivir con los otros, de acuerdo al imperativo del Otro divino que perdona como ejemplo para que nosotros perdonemos a los demás.
A partir de allí, se pretende una “pragmática del perdón”, una categoría operativa para estar en paz con otros. Efectivamente en la actualidad asistimos con inquietante frecuencia al espectáculo mediático de pedir perdón, es verdaderamente un empuje frenético. Militares, políticos, gobernantes, religiosos, empresarios, sindicalistas, etc., etc. Piden perdón a una gran audiencia. Personajes tan diversos e irreconciliables se encuentran en el cruce donde pedir perdón es imperativo. Esta expresión, impropia del ejercicio público, se acomoda cada vez más a sus intereses. La moralización, la judicialización y la politización han hecho del perdón un elemento que no reconoce como tal al agente subjetivo que soporta el acto mismo de pedirlo o de otorgarlo. Porque justamente, la política se edifica allí sobre el tratamiento de las masas, allí donde se escamotea cualquier indicio de agujero en el saber, allí donde se tapona con pasiones anónimas lo que es del orden singular, allí donde no se reconoce un imposible en el decir. Desconocer los imposibles es el ejercicio del político, no del psicoanalista. Y entonces, hemos de admitir que el perdón, si lo hay, si lo podemos asir, parece nadar en aguas expropiadas.
Porque el perdón, la política y el Derecho son órdenes heterogéneos, de allí su inaccesibilidad a estos ámbitos de acción. No se puede demostrar que el perdón sea el fundamento, la vía de la consecución de un logro anticipado, por benéfico que ello sea; y, aunque es importante la observancia juiciosa de una sociedad para poder declararse responsable, se trata de la declaración del perdón como un enunciado que convierte la escena en un trivial confesionario público. A la banalización del mal le hacemos corresponder entonces la banalización del perdón.
En el trascurrir cotidiano de los sujetos y en el trascurrir de la vida colectiva, de lo público, se presentan acontecimientos de mayor o menor magnitud, como manifestaciones imprevistas de un real que marca el o los cuerpos, haciéndolos sus víctimas. Ciertamente esta andanada de enunciados lanzados al aire de lo público, está presente en el dominio de la intimidad de los sujetos, obedeciendo, eso sí, a oficios de clara estirpe terapéutica. Y es que existen, si puedo decirlo así, los terapeutas del perdón, quienes definen y delimitan la superación del sufrimiento a partir de la necesaria condición de perdonar a otro. Las bases terapéuticas: perdonar o perdonarse para poder seguir en armonía con otros o consigo mismo, quitar la piedra que obstaculiza el camino; y el perdón se constituye en el arma para pulverizar esa piedra; así se propone al menos. Es un estado final del proceso, conclusivo, cerrado, definitivo.
De hecho, pedir perdón ya no toma tiempo, brindarlo tampoco. Se hace con la inmediatez de la acción. Creérselo del todo indica una vía que tapona la hiancia que media entre un acto condenable y el perdón a ofrecer. Por ello, podemos constatar que se pide perdón para….volver a pedirlo, o se perdona para… volver a perdonar. El perdón como se ve, no brinda garantía. Son innumerables los testimonios que dan cuenta de este circuito. Ya Freud anunciaba lo que la repetición arrastraba: un empuje al disfrute pulsional que va incorporando en el recorrido la prohibición moral misma. A esto lo llamó el superyó.
Filósofos como Hanna Arendt, Vladimir Jankelevitch y Jacques Derrida plantearon la cuestión a la luz de pensar el estatuto mismo del perdón y cuestionar su destino como culminación y cierre de un proceso de duelo de las víctimas de actos criminales que han marcado la historia de Naciones y pueblos. Igualmente, coinciden en que el relajamiento del perdón es un espectáculo prácticamente cotidiano que no obedece a una decisión de la voluntad como tal, sino a un acontecimiento inicial, y también repentino y así mismo espontáneo. Es un hecho: se trata de una cuestión relativa a la esfera subjetiva, un acto en soledad. Es decir, sin el sujeto que lo concierne es una cáscara vacía que se convierte en un instrumento político y de sometimiento. Pareciera tratarse de la pregunta por el sujeto del perdón, o mejor dicho, ¿es que hay un sujeto del perdón? Por ejemplo para Jankelevitch no se puede perdonar lo que atenta contra la capacidad misma de perdonar, lo que llama la humanidad del hombre (lo más sagrado del viviente. Esto lo lleva a decir que el perdón ha muerto en los campos de la muerte). Él piensa que hay que castigar para perdonar o arrepentirse para ser perdonado. Formulación que establece, sin decirlo, la pareja especular entre agredido agresor, entre arrepentimiento y perdón.
Así, creer en el delirio del perdón como modo de dignificar la resolución de un conflicto colectivo, es, como ya lo señalara Derrida, confundirlo con la tramitación de la participación social por la vía de la reconciliación. Pero en efecto, el dicho perdón parece poner en evidencia un cambio de posición subjetiva, algo que acontece en el sujeto, en lo que interviene un intervalo entre el acto condenable y el perdón de ese acto imperdonable…sin eludir el vértigo que puede suponer. Pero si hay un cambio, una transformación en el sujeto, no hay rasero convencional que pueda valorarlo, ni correlato que pueda establecerse.
A Derrida este interés lo condujo en 1998 a visitar Robben Island en Sudáfrica, la prisión de Nelson Mandela (el documental de la visita se puede encontrar por internet). Planteó en ese lugar algunas de sus ideas relativas al perdón; tenía en efecto el marco propicio para hacerlo: Allí donde el perdón ha sido erigido en paradigma de posibilidad. Paradójicamente él concibe el perdón como una locura de lo imposible (no hay sentido, ni inteligibilidad, ni finalidad), aunque sueña, eso sí, con un perdón sin capacidad de poder o punición, cree en la esencia del perdón incondicional: a los que no piden ser perdonados, no se han arrepentido y quizás no se arrepientan, perdonarlos ontológicamente y no por sus hechos. Es claro que el filósofo pretende salir del esquematismo con que se pregona el perdón, pero él mismo cae en ello, aunque sea a título de un sueño.
He aquí un abismo entre el saber y la decisión…y, si esto incluye el perdón como ligado a un acto subjetivo, será posiblemente un efecto, no la causa. El espectro temporal relativo a la lógica subjetiva, del que hablara Jacques Lacan a inicios de su enseñanza, tiene acá todo su peso. Ese tiempo que abarca el fulgurante instante de ver, la elaboración del comprender y la definición del concluir; puede o no incluir el perdón, puesto que se trata del proceso complejo y a la vez simple de un sujeto que hace un tratamiento simbólico de lo que lo golpeó como un real imprevisible, y que lo conduce a la posible articulación del pensamiento y del acto; y el perdón en ello no es un fundamento. Puede tomar, si o no, la forma que el tiempo subjetivo le otorgue.
Pero acaso podemos sostener que el perdón y el acto que lo conmina ¿están hechos de la misma naturaleza? ¿del mismo tejido? Suponer esto es darle una continuidad a algo que no la tiene, es cerrar el círculo especular con el otro, sin pasar por el tamizaje de lo singular en juego que no tiene imagen y tampoco símbolo. Pues bien, nos interesa pensar esta dimensión singularísima e imposible en términos de lo que se inscribe como trauma para un sujeto. En este sentido, es el ámbito de lo imperdonable: Lo que desordena todo el universo de un sujeto con su imprevisible y cruel irrupción, está fuera de la ficción del perdón; lo real del trauma, esa marca indeleble que llega de la mano del Otro.
Cuando Lacan plantea el trauma como algo real, como agujero traumático usando el neologismo trou-matisme -“trou” (hueco en francés), deja en claro que no se le puede proponer a alguien que metabolice esa dimensión, tampoco en términos del perdón -del Otro. Lo real no pide perdón, a lo real no le encaja ese don, como no se perdona un huracán, no se perdona la furia de la Naturaleza. No es lo dado, no es la contrapartida de los efectos del trauma sobre un sujeto. Esto no está bajo el dominio del perdón. Existe en Lacan la hipótesis de que lo real no se deja adormecer o taponar con retóricas -como la del perdón. Ese agujero o núcleo traumático, hace hablar, no se deja hablar, puesto que en verdad él ordena el discurso. Y es en este sentido que el perdón no puede más que fracasar frente a lo real, es un semblante que no lo toca.
Es decir, veamos: La idea de un capricho como acción condenable del Otro es correlativa al sentimiento de injusticia radical, confusión de sentido que genera la idea del Otro malo al que hay que perdonar en aras de la justicia por venir. Sujetar en manos del Otro los efectos más o menos devastadores del trauma es correlativo a la búsqueda de sentido de la acción de otro, y en realidad no se debe dejar a esa virtud religiosa del perdonar, el trabajo del sujeto por aislar un mal encuentro y no convertirlo en funesto destino. De ahí la dignidad de pensar que la posición ética de un sujeto se define a partir de su respuesta frente al trauma.
En este sentido, podemos extraer esta dimensión en el perdón develando la decisión del sujeto en juego, que implica el franqueamiento de un umbral que puede ser correlativo de un cierto coraje moral, ¿por qué no? Un arreglárselas con la marca de lo acontecido; desplazando lo que ocupaba el lugar primordial: el juicio de atribución ligado al Otro. Así, se desdibuja la pretensión del perdón como el límite ético del sujeto, puesto que lo que realmente se constituye como límite es la nueva escritura que va de la necesidad a la contingencia, y ésta no es sin la vacuidad de sentido que la acompaña.
Aislar el trauma, cortar la cadena del sentido que liga al Otro y lo hace consistir por la vía de su culpabilidad, y valerse de los recursos subjetivos para que esto opere; es el camino de un consentimiento particular al deseo. Es decir, que exista el arrepentimiento, que exista la sanción del acto condenable es independiente del perdón como tal, puesto que el Uno en ese punto es irreductible al Otro. Cada sujeto deber encontrar en su singularidad el deseo vivo que acompañe la certeza íntima de estar presente en lo que le acontece.
Recordemos acá el film de François Dupeyron La chambre des officiers basado en la novela de Marc Gugain, en una escena magistral de aquel soldado, cuyo rostro fue deformado por una explosión en la Primera Guerra Mundial, y transcurre en un autobús: tratando de pasar desapercibido (había estado confinado en una habitación por mucho tiempo, escapando siempre a la mirada del Otro), se cubre el rostro con el cuello de su abrigo y su sombrero, hasta que un niño horrorizado fija en él su mirada. Expuesto y despojado por esa mirada tan solo atina a deslizar el sombrero y cubrir completamente su rostro. Un instante después desliza de nuevo el sombrero, dejando al descubierto un ojo y advirtiendo que el niño había cambiado de expresión, ahora había curiosidad. Volvió a cubrirse para descubrirse de nuevo, el niño seguía mirando; a medida que repetía la acción, había transformado con ese movimiento sutil y sencillo esa mirada que se manifestaba finalmente como el disfrute de un juego, una diversión. Hay risas de ambos lados. Finalmente se entiende que mostrando de una manera particular tan solo un poco de eso que no puede ocultarse del todo, se hace del trauma una nueva escritura.
Ahora bien, debemos decir que no todo pedido de perdón es carente de sentido. Al contrario, algunos están a la altura de su tarea como imposible, de ahí su valor, y hay que declararlo. La pareja amorosa es una evidencia. La dignidad de su discurso ciertamente no debe escamotear el alojar al perdón. Como Lacan afirma: “Lo más famoso que de las mujeres ha guardado la historia es, propiamente hablando, lo más infame que puede decirse” [lo que se dice sobre la mujer on la dit-femme, -se la difama (diffame)]. Este maldecir de La mujer, no se reduce a lo que efectivamente pueda decirse de una, puesto que en lo tocante a lo real (se trata de lo que de La mujer no puede decirse, de su goce fuera de toda regulación, de lo que como Otro absoluto es, fuera del símbolo) va más allá. No en vano, como dice Lacan: “¿No es acaso con el enfrentamiento a este impase a esta imposibilidad con la que se define algo real, como se pone a prueba el amor?” Vacilar frente a este impase es lo que conduce o puede conducir a pedir perdón, porque en efecto “el amor requiere de valentía ante fatal destino”.
Por consiguiente, estar a la altura de tal valentía, significa que es importante, a veces fundamental, que un hombre pida perdón a una mujer, en ocasiones puede ser un llamado a la hora de la verdad para un hombre, sin olvidar por demás, que, como Lacan lo afirma, es eso lo que una mujer le representa; pero en fin, “ciertamente es más fácil para el hombre enfrentar cualquier enemigo en el planteo de la rivalidad que enfrentar a la mujer, por cuanto ella es el soporte de esta verdad, [el soporte del hecho de que hay semblante en la relación del hombre con la mujer]”
Digamos entonces que lo imperdonable de la estructura afectada por la falta, es que, en el caso de las mujeres, siempre serán maldichas, habrá alrededor de ellas un maldecir por estructura digamos. Pero cuando un hombre encarna este maldecir, debe pedir perdón incluso por la estructura! (este pequeño forzamiento no desdice la verdad a la que apunta) O sea, gozar del maldecir, aliarse a este punto de la estructura sin el velo noble de un esfuerzo ético de bien decir, sería por lo que a una mujer se le debe pedir perdón. A sabiendas que este pedido no disuelve en absoluto la verdad de la estructura, da forma poética si se quiere, a la falta que nos habita. Y esto no es poco.
A propósito, termino con el poema de Bécquer: “Asomaba en sus ojos una lágrima, y a mi labio una frase de perdón. -Habló el orgullo y enjugó su llanto, y la frase en mis labios expiró. -Yo voy por un camino, ella por otro, pero al pensar en nuestro mutuo amor -yo digo aún: “¿Por qué callé aquel día?”. -Y ella dirá: “Por qué no lloré yo?”
Día Mundial de Concientización del Autismo – ¡Escuchemos a los autistas! – Vilma Coccoz
Hoy, en el Día Mundial de Concientización del Autismo, publicamos esta breve y contundente nota de la psicoanalista Vilma Coccoz.

Escuchemos a los autistas!
Ecoutez les autistes!
Nos hacemos eco del título del manifiesto que Jean-Claude Maleval escribió con motivo de la proclamación del autismo como Gran Causa Nacional 2012 en Francia.
Maleval se hace allí portavoz de los autistas, de su conmovedor reclamo por ser considerados seres inteligentes, de su clamor por el merecido respeto a sus particulares invenciones, trabajosamente elaboradas para contener las angustias inconmensurables que padecen y que no consiguen transmitir sino en la desesperación y en las crisis. En la Declaración de los derechos de personas autistas se recoge explícitamente como “el derecho [de estas personas] a no ser expuestos a la angustia, a las amenazas de tratamientos abusivos.”
No deja de ser estremecedor que en los protocolos de actuación generalmente aplicados sean prioritarias las estrategias de aprendizaje evaluables, es decir, una solución universal, válida para todos los autistas. Este postulado se deriva de la referencia al aprendizaje del hombre normal frente a cuya vara de medir las “obsesiones” del sujeto autista son anormalidades indeseables, que se deben suprimir cuanto antes. Clama al cielo que en la literatura autodenominada “científica” que se esgrime como base de esos abordajes pedagógicos sean ignoradas las numerosas monografías clínicas y los relatos auti-biográficos, nombre que propuso Donna Williams para los testimonios.
El método ABA es un método de aprendizaje, no un modo de conocimiento del autismo. El método TEACCH está dirigido a construir una realidad compartida, un sistema de comunicación basado en pictogramas, pero no se interesa en la vida afectiva ni en el trabajo de protección contra la angustia.
La orientación psicoanalítica, centrada en la particularidad subjetiva, no deja de lado ninguno de los ámbitos en los que se despliega el funcionamiento del ser humano. Siendo lo natural al ser humano el lenguaje, la palabra. En las personas aquejadas de autismo Lacan pudo detectar un “estado congelado de la palabra.” Lo esencial, pues, es ofrecerles el clima subjetivo adecuado para que pueda germinar su enunciación singular, la cual, presa en el trabajo de la defensa, se niega al intercambio. Aislado del Otro, el autista sólo se escucha a sí mismo. Ecos, murmullos, cánticos, sonidos, parrafadas, estribillos…surgen de forma inesperada, como saludos enviados a un buen entendedor.
El psicoanalista, representante del Otro, se ofrece como el destinatario discreto de esta “palabra a la espera.” Debe saber callarse sus expectativas, a sabiendas de que, incluso una valoración positiva puede convertirse en una demanda obligando al sujeto autista a permanecer cautivo del no.
El Sí a la palabra, al lazo social, depende de haber sido escuchado. Porque escuchar forma parte de la palabra.
Vilma Coccoz
Hacerse cargo del autismo y de la psicosis infantil en la Antena 110 – Bruno de Halleux
A continuación presentamos un artículo de Bruno de Halleux sobre su experiencia en el trabajo con niños autistas en la institución Antenne 10 de Bélgica. El mismo corresponde a una conferencia dictada en Zaragoza en octubre de 2013.
1. La práctica entre varios
Voy a recordar brevemente el desarrollo que presenté en Madrid en el año 2012 gracias a una invitación de Vilma Coccoz. En esa oportunidad partí del siguiente problema: ¿cómo constituir un equipo que esté en consonancia con la posición que se exige para el trabajo con estos niños? Una puesta en marcha particular del equipo produjo un funcionamiento para el cual Jacques-Alain Miller ha encontrado un nombre, la práctica entre varios. Este sintagma desde entonces ha tenido un auge considerable en el campo freudiano e incluso más allá. Sin duda, existen diversas modalidades de práctica entre varios.
La nuestra no se reduce a varios partenaires en una intervención con un niño. Esta práctica se centra, se define como una práctica de la lengua y una práctica sobre la lengua. Se constituye más bien de un cierto posicionamiento con relación al saber de los partenaires del niño en un campo orientado. Cada partenaire debe poder autorizarse en su nombre propio e inscribir su acción en un colectivo que se propone una misma estrategia. Esto implica que cada interviniente esté suficientemente desprendido del Otro de la dirección, del Otro del supuesto saber para que juegue sus propias cartas y al mismo tiempo no juegue sus cartas él solo. Que no las juegue sin el Otro.
La dificultad para el interviniente es la de lograr insertarse en el recorrido de un niño que no cesa de expulsarnos. Es por esto que partimos del niño tal como es, con sus potencialidades y sus incapacidades, pero también con su objeto privilegiado. Esto pude ser un bastón, una cuerda, una pista de carros (circuitos), Walt Disney, etcétera. Luego inventamos herramientas, estrategias para extender, desplazar, generalizar este centro de interés privilegiado y conducir progresivamente al niño hacia un proceso de aprendizaje.
Contrariamente a los métodos cognitivo-comportamentales, el proceso de aprendizaje es un aprendizaje consentido. Este aprendizaje consentido moviliza una dinámica subjetiva que en el aprendizaje obligado falta o que se ejerce oponiéndose al trabajo.
Esto significa que para operar, el partenaire debe estar a la escucha del significante o los significantes del sujeto, volver luego a ellos y tratar de complejizar estos significantes, multiplicarlos, jerarquizarlos, es decir, darles un cierto orden que valga como simbólico. Esto es lo que Virginio Baio llama “estar al encuentro del sujeto”. Señalo que en estas condiciones, una transferencia que no se apoye en su sustrato, el sujeto supuesto saber, sino sobre su vertiente de afecto puede desde ese momento establecerse entre el sujeto y su partenaire.
Si cada partenaire juega su partida con su propia táctica y siguiendo la estrategia del grupo, resulta de ello una multiplicación de ofertas que favorecen el surgimiento de un buen encuentro para el sujeto. Esta red de ofertas, este campo de intervenciones vectorizadas por una estrategia de equipo crea una atmósfera de deseo, deseo para los intervinientes y yo creo que también para los niños. Esto puede permitir a un sujeto liberarse de su Otro devastador. Esta atmósfera propia del deseo, esta red que no cesa de multiplicarse, estas sorpresas de la clínica que producen los niños, todo esto participa de la práctica entre varios.
En la presentación del Número 9 de nuestra Revista, Preliminar, dedicada a la práctica entre varios, Eric Laurent subrayaba la ética analítica que teje nuestra práctica: “Practicamos entre varios y algunos otros. Tiene que haber un sentido de responsabilidad compartida, aguzado por las propias dificultades. Se practica la autorización de jugar con la lengua ahí donde la mayoría desespera por no poder comunicarse con el sujeto. Hay que poder autorizarse entonces a pesar de que la intuición nos diga lo contrario. No hay que ceder sobre el deseo de apostar por la existencia del sujeto ahí donde todo permite olvidarlo fácilmente. Ponerse entre varios para darse más ánimos de no ceder frente al deseo. Bella lección de virtud psicoanalítica”.
El sábado pasado me encontré con los padres de Emile, un niño de cinco años que está en la Antenne desde hace un año. Él, que estaba presente en la reunión, se tapaba las orejas mientras la madre se quejaba con nosotros de todos los golpes que recibe de su hijo. Él se tapa las orejas y lo escucho canturrear “¡no se puede dar golpes!”. Frente a la palabra que él ha dicho, yo intervengo para puntuar su frase indicándole que en la Antenne Lacan dice lo mismo “que no se puede dar golpes” y que además dice que hablar permite pedir de una manera distinta que con golpes. Es lo que un niño aprende cuando viene a la Antenne. En el fin de semana siguiente nos enteramos que repite entonces a su madre siempre canturreando: “Lacan dice que no podemos mas dar golpes”. Pero, no sin ironía, agrega “¡Lacan! ¡¡¡Hay que jalarle la cola y pone los huevos!!!”.[1]
La práctica entre varios produce esta atmósfera del deseo en la cual, fiándonos de la lengua, se produce un buen humor, una alegría se libera, un espíritu de fiesta no está nunca lejos.
La práctica entre varios ha evolucionado hoy. Esta puesta al día está relacionada con la segunda enseñanza de Lacan donde la fuerza del símbolo como el que anula lo real o el que anula el goce (la palabra es el asesinato de la cosa) se ve disminuida poco a poco a favor de una nueva concepción del significante.
Una concepción del significante que no anula el goce, sino que se correlaciona, una concepción del significante que se reduce a su materia, a su materialidad, a su letra.
Este significante-completamente-solo está en conexión con el goce. Jacques-Alain Miller estrecha el lazo de este significante en su encuentro con el cuerpo. Utiliza la palabra percusión. El significante percute el cuerpo, es lo que él denomina un acontecimiento del cuerpo. Es decir que el significante se piensa menos en su dialéctica S1-S2 y más en el S1 solo, significante asemántico, sin sentido. El significante-completamente-solo que ha llegado a percutir el cuerpo del sujeto autista incluye un goce no bordeado por la maquinaria edípica o la de la metáfora paterna. Es lo que encontramos en la clínica del autismo y que va más allá de nuestra práctica entre varios.
La práctica entre varios que es inicialmente una práctica sobre la lengua, se transforma ya que, hasta aquí, respondía -con exactitud- a un hacerse cargo del sujeto interrogando las cuestiones propias de la transferencia, de la pulsión, del deseo y de la interpretación en una lógica binaria del significante, S1 – S2.
Esta transformación de la práctica entre varios es homogénea al cambio que se produce como consecuencia del declive de los significantes amo que dan una organización simbólica a las familias con las cuales habíamos tratado. Estas familias son muy frecuentemente separadas del lazo social. Este declive se acompaña de un fortalecimiento de los modos de goce de cada sujeto. Se trata entonces de tomar la medida de esto, de leer cada uno de los S1 solos que produce el sujeto. Son S1 separados del S2.
Es así que para ciertos niños autistas, una práctica sobre la lengua en tanto que ella articula un significante primero con uno segundo, ya no es suficiente para tratar las dificultades encontradas.
En lugar de tomar al sujeto como un efecto de la articulación de un S1 con un S2, verificamos que el sujeto autista está más en un S1 solo, incluso en un S1 que se repite sin cesar. No hay el significante segundo que viene a dar sentido al primero. Nos encontramos entonces orientados por una clínica que Alfredo Zenoni llamaría la vía de la sintomatización, es decir una clínica que parte de estos S1 solos y que nos obliga a su complejización progresiva.
Indiquemos acá que trabajar a partir del S1 solo permite una cierta localización, un cierto lazo, incluso una cierta fijación de un goce que de otra manera no está bordeado.
El ejemplo del trabajo con un niño esclarece esta clínica del significante-completamente-solo.
Hamza
En el caso de Hamza, un niño de 8 años actualmente con nosotros, un trabajo a partir del síntoma ha constituido un límite a un desbordamiento de goce. El goce hacía irrupción en lo real bajo la forma de lanzamiento de objetos diversos, como sillas, cuchillos, cualquier objeto que él tuviera a su alcance.
Céderic, un interviniente, tenía en un primer momento un taller de dibujo con él que se reducía a unos garabatos sobre una hoja. Pero Cédric descubre una cierta estructura en sus dibujos que se repite de vez en cuando. Descubre primero que el trazo no puede interrumpirse y que recorre el conjunto de la hoja como si constituyera una red que no deja ningún espacio en blanco en su dibujo. Su último trazo viene a servir, a ser un borde a la red que él ha constituido. Dicho de otra manera, Cédric toma este garabato bordeado como alguna cosa a leer. Letra condensada, no desplegada, que se repite de manera continua.
Para ir rápido, él propone a Hamza trabajar en un computador con el programa Google street. Aquí el niño despliega su trabajo y hace circuitos que parten de la Antenne 110 para dirigirse hacia Bruselas con una cierta cantidad de paradas en el camino. Cédric verifica que se trata de la casa del padre, del gimnasio donde ellos van el fin de semana a hacer deporte, paseos que él hace con su hijo alrededor del Atomium[2]. Los circuitos son cada vez más largos con una exploración de lugares desconocidos, pero siempre con regreso al lugar de partida. Con una memoria visual sorprendente, él constituye una verdadera red en Bruselas y este taller produce algunos efectos. Este S1 del circuito viene a circunscribir lo innombrable o lo insoportable en lo cual él está atrapado y a producir un cierto apaciguamiento del goce. Los lanzamientos de objetos disminuyen considerablemente. Luego, este niño que no dejaba de querer salir del centro, se angustiaba mucho en cuanto salía de la Antenne. Estaba aterrorizado por los edificios, los perros, los camiones que pasaban por ahí.
Google street lo ayudó en este punto. Él sale del centro pero de manera virtual. Hacer estos circuitos le permite controlar, al menos en parte, estos numerosos peligros que aun aparecen, pero únicamente bajo la forma de la imagen.
El hecho de que Cédric haya logrado ubicar este S1 del circuito en un programa de computador específico, no solamente ha enmarcado estos desbordamientos, sino que también ha situado al interviniente Cédric como tal. El día del taller previsto con Cédric, Hamza lo espera en la escalera de la puerta de entrada y quiere llevarlo directamente al computador. Cédric ha logrado introducirse en el recorrido del niño.
Dicho de otra manera, se trata de una nueva forma de abordar el significante tomándolo inicialmente al pie de la letra, fuera de sentido, haciendo en seguida una oferta de ampliarlo, de hacerlo más denso, más rico, más consistente y descubrimos que esto tiene valor de síntoma para el niño, esto enlaza, anuda, limita el goce que no había podido limitarse por la vía de la función paterna.
Lo que es nuevo con la clínica ilustrada brevemente con Hamza, y que va mas allá de nuestra práctica entre varios, es la necesidad de un saber hacer con el significante-completamente-solo. Se trata de inventar una clínica propia al significante no articulado a un Otro, a un significante que no hace cadena con un segundo.
2. Sobre el deseo de saber en la Antenne 110
Jacques Lacan dice pocas cosas acerca de hacerse cargo de niños autistas. Sin embargo, lo que dice es muy valioso. Incluso si el niño no sale del mutismo, Lacan afirma en su “Conferencia en Ginebra” que el sujeto autista está en el lenguaje. Dice a aquel que lo interroga que los autistas “articulan muchas cosas y a propósito de lo que ellos articulan se trata precisamente de saber dónde lo han escuchado”.
Nos dice además que hay “seguramente alguna cosa que decirles y que a fin de cuentas, son personajes más bien verbosos”.
Desde el comienzo de su enseñanza en 1953, Lacan hace valer el lenguaje como primero en toda aprehensión del sujeto. Es así como habla del autismo desde su primer seminario cuando comenta el caso de Rosine Lefort, el caso del niño del lobo. Lo cito porque ya en ese momento Lacan indicaba la importancia de ese significante “Lobo” que el niño emite a Rosine:
“En este caso privilegiado, el del niño del lobo, vemos ahí, encarnada, esta función del lenguaje que tocamos con el dedo bajo su forma más reducida, reducida a una palabra de la cual no somos capaces de definir el sentido y el alcance para el niño, pero que, sin embargo, lo enlaza a la comunidad humana. Como usted lo ha pertinentemente señalado, no es un niño lobo que habría vivido en un simple salvajismo, es un niño hablante, y es por este ¡el lobo! que usted tuvo desde el comienzo la posibilidad de establecer el diálogo.
Lo que hay de admirable en esta observación, es el momento en que después de una cena que usted describió, desaparece el uso de la palabra ¡el lobo! Es alrededor de este pivote del lenguaje, de la relación con esta palabra que es para Robert el resumen de una ley, que ocurre el viraje de la primera a la segunda fase. Comienza enseguida esta elaboración extraordinaria que se termina por un conmovedor auto-bautismo, cuando él pronuncia su propio nombre. Tocamos acá con el dedo bajo su forma más reducida, la relación fundamental del hombre con el lenguaje. Es extraordinariamente conmovedor”[3].
La misma pregunta –unos sesenta años mas tarde-, la de escoger una concepción del sujeto por el lenguaje o por el comportamiento, vuelve a plantearse en las obras de Jean-Claude Maleval.
En un artículo reciente, “Escuchar a los autistas”, Maleval parte de una pregunta simple: ¿hay que tomar partido por constreñir a los autistas o bien por el de escucharlos?
Maleval nos trae varios casos de sujetos autistas que testimonian del respeto a su posición subjetiva que ellos esperan por parte de los educadores o cuidadores.
Sin excepción estos sujetos se oponen a los métodos educativos que establecen a priori el programa de las etapas del desarrollo a lograr.
Estos sujetos autistas convertidos en adultos nos dicen esto: “las personas que más nos ayudaron han sido siempre las más creativas y las menos apegadas a las convenciones”.
Es así como Maleval nos ofrece el testimonio de Jim Sinclair tomado de una obra Don’t Mourn For Us. Dice esto de los sujetos autistas: “Nuestras maneras de relacionarnos son diferentes. Acérquense respetuosamente sin prejuicios, y abiertos a aprender nuevas cosas, y ustedes encontrarán un mundo que jamás habrían podido imaginar”.
Desde la fundación de la Antenne 110 optamos de manera decidida por escuchar a los niños autistas. Decidimos trabajar con sujetos autistas no por medio de la aplicación de técnicas comportamentales para forzar el aprendizaje, sino -siempre en el campo del lenguaje y de la palabra- por la vía de acciones singulares de una gran diversidad, cuya progresión no ha sido bloqueada por el saber a priori de los cuidadores que trabajan con autistas.
Escogimos una orientación lacaniana esclarecida por la enseñanza de Jacques-Alain Miller.
¿Qué significa una orientación psicoanalítica decidida? Una orientación psicoanalítica decidida tiene que ver con una ética, con la cuestión del acto y con una clínica donde el significante prima sobre el fenómeno o sobre el comportamiento. Esta orientación no va sin una serie de cambios de dirección, basculaciones y de cambios de perspectiva.
Podemos desplegar esta orientación sobre la cuestión del saber que se opone a la aprehensión clásica del saber universitario propio del tratamiento de la locura.
A. De la localización del saber
Luego de mi primer día en la Antenne 110, me sorprendió descubrir el lugar que ocupaba el saber.
Tenía una transferencia importante con el fundador de la Antenne 110, Antonio Di Ciaccia, psicoanalista ya reconocido; le suponía un gran saber sobre el tratamiento de la psicosis infantil y del autismo. Ahora bien, él me hizo descubrir desde mi primer día que el saber residía menos en él que en los niños acogidos en Antenne 110. Lo que invertía completamente la idea que yo me hacía de ello. Se trataba por tanto de aprender a partir de mi clínica, de mi encuentro con los niños para que un saber pudiera producirse, es decir un saber nuevo, un saber que yo no había aprendido en la universidad. Algunos años más tarde Virginio Baio, siempre inventivo, encontró una manera de nombrar ese saber particular, ese saber nuevo que es necesario a los intervinientes. Los intervinientes deben aprender a manejarlo. Se trataba, nos decía, de un saber que concierne al vacío, un saber particular que concierne a un “no saber”. Un saber que debe vaciarnos de nuestras certezas, de nuestros a priori, de nuestras costumbres. Un saber que debe hacer agujero en nuestra oferta, que debe dejar una zona libre, un especio no cerrado, un saber que debe dejar un lugar a la elaboración de un niño.
Lacan habla de este saber en un texto que escribió sobre el pase. Precisa -en la Proposición de octubre – que no se trata para el psicoanalista de contentarse con saber que no sabe nada. Hay algo que él tiene que saber. Lo que tiene que saber se articula en cadena de letras tan rigurosas que, a condición de no fallar ninguna, lo no sabido se ordena como marco del saber[4].
Notemos esta expresión “a condición de no fallar ninguna” (esa articulación en cadena de letras) que remite a un más acá del significante, o sea a la letra. No fallar una letra en la cadena de letras que el niño produce. Decir que “lo no sabido se ordena como el marco del saber”, significa, me parece, que el marco del saber no puede articularse con el saber ya-ahí. Para decirlo de otra manera, no se trata de adaptar al sujeto a una norma. Al contrario, es al psicoanalista a quien le corresponde “adaptarse” a lo que hace la diferencia en tal o tal sujeto. El lazo social que se deduce de ahí toma en cuenta la “diferencia absoluta” de la que habla Lacan en el Seminario XI (p.248).
B. El uso que se hace de esto:
He dicho a propósito del saber que hay que interrogarse también por el uso que se hace de ese saber. Me explico. Lacan en los años 70 construyó cuatro tipos de lazo social que llamó los discursos. Cada uno de sus discursos sitúa el saber en lugares diferentes. El discurso de la universidad sitúa el saber en el lugar de agente, y el sujeto barrado, el estudiante, en el lugar de desecho, de asujetado, dice Lacan. Jacques-Alain Miller en una intervención que hizo para la jornada del Instituto del Niño, jornada consagrada al saber del niño, nos decía que “el niño es, si podemos decirlo, la víctima completamente designada del saber” (Peurs de infant [Miedos de niños] p.14). En estas páginas hay fórmulas muy fuertes para cualquiera que se ocupe del cuidado y de la educación de los niños. El niño es por excelencia el sujeto entregado al discurso del amo por la vía del saber, es decir, por la intervención del pedagogo. Por la vía del saber el amo nunca está lejos. Lacan escribe el Amo –es decir el significante S1 bajo la barra- por encima de la cual ostenta el saber. El amo es la verdad del saber que se exhibe. “Ese saber puede ostentar como amo en el lugar del agente pero esto no es sino a título de semblante. El amo verdadero, el amo que es la verdad de ese semblante, no se ve. Es lo que Lacan ha traducido en su álgebra al escribir bajo el significante S2 una barra y por debajo al significante amo, S1.
Esto debería preocuparnos más hoy cuando todas las políticas en salud mental acuden a “expertos” (coloco la palabra entre comillas) que son siempre universitarios que por definición son los supuestos detentores del saber.
Esto para decir cuánto Lacan rechazó el saber universitario, ese saber que hoy asoma su nariz amparado por la pseudociencia de la cifra y de los métodos neuro. Véase por ejemplo un artículo sobre el autismo publicado hace poco en un diario importante en Bélgica, en el cual Francis Perrin elogia el comportamentalismo y más precisamente ABBA a título de que es el único método que puede medir precisamente con cifras su operación. Es un saber ya-ahí, un saber constituido, en los libros, un saber depositado y con frecuencia rigidizado en teorías cerradas. Para hacerse una idea de esto, hemos hecho el esfuerzo de leer obras de comportamentalismo (Peeters, Megerotte, Bernardette, Roger y otros) y hemos descubierto en ellas un gran número de procedimientos, de técnicas, de instrumentos que no tienen en cuenta la particularidad del niño ni los significantes que él lleva.
Es bien diferente el lugar del saber en el discurso del analista. Lacan sitúa el saber como algo que aún no ha llegado, lo escribe bajo la barra, es constituyente, empuja, insiste, es un poco como un vacío central que aspira un saber a elaborar. Ese saber para elaborar todavía no está ahí, él se constituye con nuestro encuentro clínico con los niños, se elabora semana tras semana en nuestras reuniones de síntesis, da paso a la invención con un niño. Es esto lo que da importancia a nuestras reuniones de síntesis que tienen lugar cada semana. Es una de las entradas a la práctica entre varios.
Para concluir sobre el texto de Jacques-Alain Miller consagrado al saber del niño, él nos dice que el saber del psicoanalista, aquel que debería animar todo interviniente cuando se encuentra con un sujeto psicótico, es un “saber que debe elucubrarse a ras del sinthome, muy cerca de la puesta en funcionamiento originaria, original del sinthome. La puesta en funcionamiento originaria del sinthome, no está muy alejada de lo que Lacan llamó el síntoma, dicho de otra manera, “es un circuito de repeticiones, un ciclo de saber-goce que se desencadena a partir de un acontecimiento del cuerpo, es decir de la percusión de un cuerpo por un significante”. De cierta manera esto toca de nuevo el goce primitivo del sujeto, ese goce al cual el sujeto ha debido hacer frente, ese punto de entrada autística y su insondable decisión que lo ha arrancado de ahí cuando el sujeto decide conectarse con el Otro. Esta operación no se produce para el sujeto autista.
C. Saber leer
Encontrar el lugar donde el saber se produce es un primer paso. Si el saber se localiza en el lugar del sujeto autista, se trata ahora de dar un segundo paso, o sea el de poder leerlo. En un texto reciente titulado “leer un sinthome”, Jacques-Alain Miller nos habla del sinthome que es preciso poder leer. Allí recuerda que el psicoanálisis no es solamente asunto de escucha (listening), es también asunto de lectura (reading) ¿qué quiere decir él con la cuestión saber leer? Esa pregunta me ha interesado porque está muy cerca de nuestra clínica con los niños autistas.
Leer en una primera aproximación, es situarse en el campo del lenguaje, es dar un sentido a lo que se lee. El sentido surge de la retroacción de un significante segundo sobre el primero. Se necesita por tanto dos, una articulación, y dos significantes como mínimo. Con dos significantes podemos definir un sujeto, un sujeto barrado, una falta en ser. Estamos en una lógica dialéctica. La falta de ser se dialectiza con el ser. Estamos en el campo de la interpretación freudiana del síntoma que se descifra.
Pero existe también lo que llamamos la última enseñanza de Lacan que hace valer un trabajo por realizar en el encuentro con el sujeto autista o psicótico. Esta última enseñanza de Lacan nos introduce en un campo nuevo que se sitúa más allá de esta dialéctica, más allá del dos, más allá del sentido, más allá de la interpretación freudiana. Esta última enseñanza de Lacan se desprende del significante y de su dialéctica y nos da acceso al campo del Uno, del Uno-completamente-solo, es decir, opone a la ontología una aproximación que él denomina la Unología, la elección del Uno-completamente-solo, la elección de la existencia de lo que él va a decir en una contracción: el “Haydeluno (Yad’lun)”.
El Uno-completamente-solo es difícil de captar puesto que no está tomado en el registro del sentido. Sin embargo en nuestra clínica con niños autistas, nos encontramos con sujetos que aparecen ante todo como marcados por ese Uno- completamente- solo. Por el significante en tanto no se conecta con otro.
Dicho de otra manera, leer es también escuchar otra versión de la lectura. No se trata de conectar un significante a otro para que se deposite un sentido, se trata en ese “leer un sinthome”, de leer lo que hace la materia del significante, de leer lo que queda cuando el lenguaje es reducido a su pura materialidad. Leer ese lenguaje, reducido a su letra, es en lo que debemos ejercitarnos en nuestra clínica. Ya que este lenguaje reducido a su letra, es ante todo lo que nos presenta la clínica con los sujetos que acogemos. Se trata aquí para el psicoanalista o para el interviniente esclarecido por la enseñanza de Lacan, de un saber leer que pone a distancia la palabra y el sentido que el lenguaje vehiculiza para apuntar a la materialidad del significante, el significante en tanto que es reducido a su hueso, a su letra.
Es a este ejercicio apasionante y arduo que el equipo se confronta cada semana durante nuestra reunión general. Una de las marcas de nuestra clínica es un deseo de saber que ha hecho epidemia entre los intervinientes y que da a nuestro trabajo un estilo atravesado por un deseo que no cesa.
25 de octubre de 2013
Zaragoza
[4] Lacan, J., Autres escrit, p.49 [Hay trad. Cast.: Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012. P.269]

