Una experiencia Nueva – Emilio Herrera

A continuación Emilio Herrera, miembro de la Antena Infancia y Juventud de Bogotá nos presenta su experencia al visitar las instituciones en Bélgica Antenne 110 y Le Courtil.
Foto Le Courtil2
He esperado varios meses para que la experiencia de mi estadía en Le Courtil y la Antenne 110, se transforme en una comprensión que pueda compartir con ustedes. Le Courtil y la Antenne 110 son dos instituciones belgas que trabajan con población infantil y juvenil que presentan psicosis o autismos. Ambas instituciones, desde su singularidad, apuestan por un trabajo complejo: el construir un vínculo con alguien que presenta dificultades y angustias en habitar lo que nosotros entendemos como relación.
Para lo anterior han optado por un trabajo fuerte, riguroso y creativo, en el cual se construyen relaciones singulares en las cuales incluso se reciben los aspectos de no vinculación que trae el otro. El proyecto también procura crear una institución que no se limite a instituir una norma, sino que multiplique las diferencias.
Aunque a mi llegada ya tenía un conocimiento previo de ambas instituciones, mi experiencias me permitió vivenciar algo imposible de comprender por medio del texto escrito y que solo en la medida en que se pone el cuerpo se aprende. Este aprendizaje fue el encontrarme dentro de unas instituciones que se relacionaban conmigo no desde mi saber e incluso desde mi lenguaje, sino que acogían mi dificultad para poder comunicarme y hablar la lengua francesa.
Parecido a algunos niños autistas, poseía yo pocas palabras para poder comunicarme. A diferencia de muchos de ellos, me angustiaba el hecho de no poder mostrar un saber, de participar de las reuniones terapéuticas, entre otras. Pero con el tiempo y gracias a la relación con los niños, los interventores (terapeutas) y la institución logré ver que a partir de pocas palabras podía construir una relación. Lo anterior fue posible dado que la institución acogía desde su vacío mi vacío. No me pedía llenarlo con palabras ni de compresiones. Por el contrario, me permitía que a partir de pocas palabras y mi singularidad, construyera algo nuevo.
Encontré que antes que el diálogo, tenía un cuerpo que me permitía intervenir. Un cuerpo que se mueve, pone límite, toca, se retira, entra, señala, recibe, rechaza. El trabajo no partía para mí de la palabra, de la nominación de objetos, sino de mi cuerpo, y de lo que se puede hacer con él.  Y pude observar entonces al autismo y la psicosis infantil desde otra mirada, ya no solo desde una en la que le daba sentido a lo que consideraba un sinsentido, sino pude relacionarme e introducirme en un mundo en donde, a falta de sentido, reinan los ruidos, los roces, los ritmos, los cuerpos tensionados, la fuerza, los vacíos y los objetos que llenan esos vacíos. Dentro de estas instituciones encontré cómo la creación, la repetición y la destrucción es lo frecuente en el trabajo con lo humano.
Puedo decir, entonces, que más allá de del sentido de las palabras, estas dos instituciones orientadas por el psicoanálisis permitían la construcción de formas humanas de relación a partir de otros elementos cotidianos que son inadvertidos en el mundo del sentidos. En la medida en que el sentido calla, los ruidos se escuchan, podemos ver cuerpos en tensión y la importancia de la forma y la fuerza de los objetos y los cuerpos.
Pero, ¿cómo se puede trabajar desde ahí, desde el sinsentido? Encontré que en la medida que la institución no busca relacionarse a partir del sentido y las palabras, permite construir otras formas de relación. Es con las tensiones y los cuerpos que iniciamos una relación. Es estando presentes, con el tono y el ritmo de la voz y el cuerpo, con el límite de la piel y los objetos que iniciamos cualquier tipo de relación. Posterior a esto surgirá el resto. Tanto la imagen como la palabra podrán dotar de sentido, pero previamente a ello encontramos a un cuerpo. Este cuerpo no significa o representa, no se interpreta como lenguaje no verbal, sino que se vivencia como límite, fuerza y tensión.
Fue encontrando un cuerpo, con limitaciones y fortalezas, que pude ver el cuerpo sin palabras del autismo. Luego, y al tiempo que los niños con quien compartía, pude involucrarme en un mundo de actividades dadas por la institución. Cocina, teatro, dibujo, entre otros era nuestro día a día. En ellas pudieron surgir las imágenes y las palabras, pero no en una forma de imposición del otro, sino como herramientas útiles para hacer frente a la angustia y las experiencias. No era una cuestión mágica, no todo los niños las utilizaban igual. Incluso era evidente que la incorporación de las imágenes y las palabras no hacían que en el trabajo se callaran nuestros cuerpos en tensión. Era como si las actividades fueran secundarias a lo principal de ellos y de todos: el cuerpo, la fuerza y los objetos.
Pero es en esta medida, en que la palabra y la imagen no se introducen como una imposición del otro, que el niño, e incluso yo, podemos relacionarnos de una forma singular y creativa con ellas. Fue entonces que comencé a ver cómo era frecuente que en las instituciones niños con grandes problemas en el lenguaje y la relación consigo mismos y los otros, comenzaran a jugar con las palabras y las imágenes. Otros elementos se permitían en la institución como el balbuceo, el canto de vocales, los primeros intentos de nominación del mundo, entre otros.  Algo similar pasó conmigo. Pude jugar con el francés y desde ahí, desde un lenguaje, que ya no sentía extraño sino propio, hablar con los otros.
Puedo condensar mi experiencia en Le Courtil y La Antenne 110 como un encuentro con una forma de trabajar en la que, más allá de buscar instituir una forma de saber, se recibe la singularidad del otro, su vacío y, claro está, el nuestro. Y desde ese encuentro de no saberes, permitir que, a partir de los cuerpos, emerjan relaciones singulares, palabras e imágenes; que a partir de la no imposición se pueda trabajar con el sinsentido, no exclusivamente para darle sentido, sino también para soportarlo. Lo anterior no es fácil. Es una postura ética en la cual hay que trabajar mucho, que lo lleva a uno y al equipo a enfrentarse con el sentimiento de desconcierto y con la fatiga, pero en la medida en que la institución y el trabajo entre varios soporte el sinsentido,  la singularidad propia de cada uno, de los niños y de los que intervienen puede apreciarse y  trabajar desde ella.
Otro aspecto que me gustaría resaltar de ambas instituciones es el trabajo con la diferencia. No solo con el autismo y la psicosis sino también con otras formas de diferencias que hay en lo social. En ambas instituciones encontré personas de diferentes culturas. Tanto niños, como interventores. No todos los niños hablaban francés, y muchos adultos (como, por ejemplo, yo) veníamos de diferentes latitudes del mundo. Algunos eran psicoanalistas, otros psicólogos, pero también personas que trabajaban desde otros lugares, como artes, música, incluso arquitectura, como lo fue mi esposa, quien también se vinculó con Le Courtil. Y es que en la medida en que la institución busca que la intervención no sea desde el sentido y el saber sino desde un ejercicio del no saber, se pueden permitir las diferencias, dado que lo que permite la relación no es el sentido y la norma que homogeniza, sino los límites de la singularidad y la diferencia de cada uno. El punto de encuentro serian los límites, las fronteras. Considero que la frontera en la que está construida Le Courtil (Bélgica y Francia) es un buen símbolo de lo anterior.
De esta forma Le Courtil y La Antenne 110 son instituciones que trabajan en la frontera, en el límite y que desde ahí construyen un vínculo con aquellos que venimos del otro lado, con aquellos que tenemos otros sentidos, e incluso con aquellos que han optado, como en el caso del autismo y la psicosis, habitar un sinsentido o un sentido propio.
No me queda más que agradecer a ambas instituciones, a sus directivas, sus interventores y sus niños, por permitirme conocer una forma de relación y trabajo en la cual, a partir de la no imposición de un sentido y el acogimiento del  sinsentido,  se pueden construir vínculos sociales en los            que se respetan las individualidades  y crecen las libertades, permitiendo de esta forma entrar en relación no solo a los que se relacionan bajo la lógica del sentido y la palabra, sino también a muchos que habitan por fuera de ella. Mi paso por Bélgica, y por las instituciones orientadas por el psicoanálisis, me llevan entonces a plantear nuevas preguntas sobre la libertad y las relaciones humanas. También me alimentan un deseo por estudiar y trabajar sobre  el tema de una educación y unas instituciones que permitan el crecimiento de la singularidad y de la libertad humana.
 
Emilio Herrera
herrera27@gmail.com
20 octubre de 2015

Palabras de una autista: Entrevista a Jacqueline Léger

Palabras de una autista: Entrevista a Jacqueline Léger, autora del libro Un autisme qui se dit…Fantôme Mélancolique.
De la página Écouter les autistes (www.autistes-et-cliniciens.org), gracias a la generosa autorización de Jean-Claude Maleval. Traducción de Mari Cruz Alba y Natalia Blasco, Revisión: Vilma Coccoz. Subtitulación para La Antena Infancia y Juventud de Bogotá: Xavier Rodríguez Vera.
Palabras de una autista_Entrevista a Jacqueline Léger

Criticas al nuevo protocolo para personas con TEA – Miguel Gutiérrez-Pelaez

800px-Newton-WilliamBlakeEl nuevo “Protocolo clínico para el diagnóstico, tratamiento y ruta de atención integral de niños y niñas con trastornos del espectro autista” en Colombia es decepcionante sobretodo en el punto en que no parece favorecer a las personas con TEA y sus familias, la cual era el objetivo inicial.  Es un punto de detención en el camino de un trabajo arduo de más de dos años donde parece que solo se ha beneficiado el sistema de salud en materia económica.   El protocolo restringe la aplicación y alcance de las terapias ABA (punto en el que insistimos arduamente), si bien la lógica de esta conclusión es confusa, a la vez que se pronuncia explícitamente en contra de las llamadas “sombras” terapéuticas: “No se recomienda el uso de ‘sombras terapéuticas’, dado que no favorecen el cumplimiento del objetivo de la terapia, la autonomía”.  Pero, más que a un criterio científico, parecen responder a que estas dos modalidades terapéuticas (ABA ilimitada y “sombras” terapéuticas) estaban produciendo un desangre económico al sistema de salud.
Las noticias al respecto han sido confusas, pues algunas señalan a ABA como el tratamiento único en este protocolo y otras señalan que ABA fue perjudicado con el protocolo.  Lo cierto es que el protocolo es muy claro al señalar la falta de evidencia científica que respalde la eficacia de las terapias ABA:

  • «Como resultado de la evidencia, se puede decir con una baja calidad de la evidencia, las intervenciones basadas en ABA son efectivas en desenlaces como habilidades comunicativas y lenguaje receptivo».
  • «La evidencia identificada tiene una gran heterogeneidad entre los estudios, dada específicamente por la utilización de distintas metodologías de intervención en aspectos como la intensidad, duración, técnica, personal que provee la intervención; así como las estrategias empleadas para la medición de los desenlaces como las escalas de valoración de las habilidades evaluadas. Estas características de heterogeneidad entre las revisiones introducen un alto riesgo de sesgo, por lo anterior y posterior a la evaluación de la calidad de la evidencia con perfiles GRADE, se considera que la calidad global de la evidencia es baja para todos los desenlaces identificados».

Sin embargo, extrañísima contradicción, hacia el final del protocolo, establece que: “Se sugiere que como parte del tratamiento integral para personas con diagnóstico confirmado de trastorno del espectro autista se realicen intervenciones enmarcadas en el enfoque de análisis conductual aplicado, entendiendo que ABA no es una técnica, ni un conjunto de técnicas, ni un procedimiento, sino que es enfoque terapéutico”.  Ante la pregunta insistente de: ¿Por qué si el criterio es la evidencia científica, se recomienda un tratamiento que el mismo protocolo establece como pobremente soportado por la evidencia científica?, las respuestas fueron siempre evasivas.
Durante el tiempo de trabajo, insistimos en que la falta de evidencia científica frente al tratamiento del autismo no responde a una debilidad del instrumento de medición, sino que los sujetos con TEA corresponden a una población absolutamente heterogénea, de grandes diferencias individuales y en el nivel de funcionamiento, haciendo aún más patente el hecho de la imposibilidad de estandarizar esa clínica (al igual que cualquier otra) y la necesidad de responder al caso por caso.   Este es un punto que hemos intentado hacer valer en los diferentes espacios de discusión con el Ministerio, orientados por el discurso psicoanalítico y por la profunda insistencia que se ha hecho desde el psicoanálisis de reconocer esa diferencia del sujeto autista, intentando acercarnos a eso que en cada sujeto no se suma a una nosología o taxonomía universal.  Hemos insistido en que es por la vía de atender esas diferencias radicales, aquello que el poeta René Char denominaba la “legítima rareza”, que el sujeto autista puede encontrar un camino que lo dignifique y que le permita ir construyendo un lazo social y un modo renovado de relacionarse con el mundo.  Es por ello que, ante las pretensiones de plantear las terapias ABA como tratamiento único, se hace evidente que no hay manera de sustentar esa tesis según la cual las terapias ABA pueden ser un tratamiento efectivo para toda la población autista.  Parece que esto logro ser oído, pero la lógica de la elaboración del protocolo parece favorecer algo muy distante a facilitar el acceso al mejor tratamiento para cada autista.
El protocolo tiene claramente un alcance limitado.  Solo comprende la población autista menor de edad, dejando por fuera todo mayor de edad con autismo.  “Este protocolo no pretende reemplazar una Guía de Práctica Clínica basada en evidencia. Este protocolo solo aborda una opción terapéutica para niños, niñas y adolescentes con diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista, que es ABA, no significando esto que no existan otras intervenciones terapéuticas.  La población que no se toma en consideración, hace referencia a que en este protocolo no se emiten recomendaciones dirigidas a esta (sic), mas no quiere decir que no se les presenten atenciones de salud dentro del sistema”.  Limita, entonces, las intervenciones basadas en ABA, pero deja abierta la posibilidad de que haya otro tipo de intervenciones posibles para tratamiento del autismo.  Esto corresponde también a otra insistencia nuestra de permitir a los pacientes y sus familias el elegir el tratamiento que hayan comprendido que más beneficia la recuperación del autista, destacando como un elemento fundamental que es el saber de cada padre y madre sobre lo que pasa a sus hijos.  Los psicoanalistas le otorgamos un gran valor a lo que cada padre y madre sabe sobre su hijo, buscamos aprender de ello y no consideramos que esta sea un saber de segundo orden frente a otro denominado “científico”.  Somos aliados de los padres en esa investigación que supone comprender lo absolutamente singular del sujeto autista.  Siempre nos ha preocupado que el saber de los padres sea invalidado por profesionales que se denominan a sí mismos “expertos” y por eso, en todas las mesas de trabajo del Ministerio, estuvimos atentos a aprender lo que las madres que asistían tenían para enseñarnos.  Es preocupante que ese saber desplegado no haya tenido el lugar que se merecía, volviendo a elevarse una verdad en nombre de la ciencia que no atiende lo que realmente está en juego para cada sujeto autista.
Hay muchas familias inconformes y preocupadas frente al modo como pueda interpretarse este protocolo, siempre en beneficio de las arcas de las entidades prestadoras de salud, y es posible que se tomen medidas jurídicas para restringir su aplicación.
Bogotá, julio 2015

Comentarios sobre el Estreno del documental "Sa normalité" el pasado 6 de agosto en Bogotá, por Ana Salazar y Andrea Hellemeyer

Sa Normalite_definitivo
Después de una intensa y satisfactoria semana de trabajo desarrollada en el marco de la tercera semana del Autismo en Bogotá; La Antena infancia y juventud junto con REPATEA (red de padres de personas con trastorno del espectro autista) auspiciaron la actividad que sello el trabajo de estos importantes días en nuestra ciudad.
Este último evento realizado en la Alianza Francesa en su sede chico, se desarrolló en dos momentos: un primer momento fue la presentación del poético y sensible film que realizo una madre en compañía de su hija y que tiene por título “Sa Normalite” un documental generador de diferentes emociones y que impacta en cada una de sus tomas, en cada una de sus palabras, un film muy singular, único como Lucile su protagonista.
El segundo momento luego de la proyección de este precioso documental dio lugar a una conversación con los asistentes, que en realidad resultó ser un encuentro, un buen encuentro para hablar de la singularidad de los chicos y de sus padres, justamente además fue posible hablar de la soledad que el documental nos muestra, la soledad que una chica, una madre y una familia pueden experimentar, el terrible aislamiento al que pueden verse enfrentados muchos que justamente necesitarían de la posibilidad de buenos encuentros.
Una madre asistente a la conversación nos comentó de la dificultad que observa en otros padres para reunirse y trabajar por la implementación de políticas novedosas, políticas que permitan a sus hijos un tránsito por la educación, la salud, la recreación, la vida laboral como cualquier otro.
Surgieron entonces interrogantes como: ¿Cómo convocar a los padres y permitir un encuentro con ellos? ¿Cómo unir esfuerzos y sostener de una manera decidida una batalla que genere más posibilidades para sus hijos?
Pues bien, a partir de estos interrogantes nuestro invitado internacional Phillipee Lacadee* señaló un asunto muy interesante y que hace referencia a la posibilidad de trabajar y de reunirse, esta posibilidad podría estar anudada a una invitación a las familias, a los padres y madres, una invitación que no imponga un determinado rotulo como lo puede ser el autismo, una invitación que se sirva de un significante desprovisto de algún diagnóstico, de una etiqueta, una invitación dirigida a “padres” un significante que invita conversar, un significante como el de padres permitiría alojar a los diferentes padres con sus singularidades, con sus diferentes preocupaciones sin dar por sentado cuales son estas, sin determinar previamente que puede ser lo que a cada uno aqueja.
Conversar además permite pensar que es también algo no impuesto y que es a partir de unas primeras conversaciones donde pueden surgir asuntos para seguir desarrollando.
Aparecen entonces premisas interesantes a tener en cuenta: por un lado pensar en una nominación que acoja, antes que clasifique, y otra la de poder en primera instancia reunirse para conversar, para conocerse, podría pensarse para crear lazos, lazos que permitan un posterior trabajo.
*Psiquiatra y psicoanalista en Burdeos (Francia). Ha liderado junto con algunos padres la conformación y el trabajo de la: Assocciation de parents La Main a LOreille. https://lamainaloreille.wordpress.com/
Ana Salazar
………………………………..
La mamá de Lucile, nos invita a adentrarnos a su mundo, y nos permite ser testigos del modo en el cual paulatinamente, sus fronteras se van extendiendo gracias a las creaciones plasmadas en sus bellos dibujos. Las ilustraciones tienen una cualidad poética, son verdaderas: imágenes en movimiento. La sucesión de dibujos donde apreciamos, personas “haciendo cosas de la vida”, despiertan esa emoción propia de esos libros en los que al pasar las páginas a cierta velocidad, las ilustraciones se animan, cobran vida y componen una historia.
El documental nos acerca la historia de Luciile, y la historia de su madre, quien como decide mostrarnos a través del título elegido para su film , da cuenta de los movimientos subjetivos respecto de su propia enunciación en relación al autismo, movimiento que recorre el pasaje de “ la normalidad” a “su normalidad”.
Andrea Hellemeyer

Comentarios sobre el Estreno del documental «Sa normalité» el pasado 6 de agosto en Bogotá, por Ana Salazar y Andrea Hellemeyer

Sa Normalite_definitivo

Después de una intensa y satisfactoria semana de trabajo desarrollada en el marco de la tercera semana del Autismo en Bogotá; La Antena infancia y juventud junto con REPATEA (red de padres de personas con trastorno del espectro autista) auspiciaron la actividad que sello el trabajo de estos importantes días en nuestra ciudad.
Este último evento realizado en la Alianza Francesa en su sede chico, se desarrolló en dos momentos: un primer momento fue la presentación del poético y sensible film que realizo una madre en compañía de su hija y que tiene por título “Sa Normalite” un documental generador de diferentes emociones y que impacta en cada una de sus tomas, en cada una de sus palabras, un film muy singular, único como Lucile su protagonista.
El segundo momento luego de la proyección de este precioso documental dio lugar a una conversación con los asistentes, que en realidad resultó ser un encuentro, un buen encuentro para hablar de la singularidad de los chicos y de sus padres, justamente además fue posible hablar de la soledad que el documental nos muestra, la soledad que una chica, una madre y una familia pueden experimentar, el terrible aislamiento al que pueden verse enfrentados muchos que justamente necesitarían de la posibilidad de buenos encuentros.
Una madre asistente a la conversación nos comentó de la dificultad que observa en otros padres para reunirse y trabajar por la implementación de políticas novedosas, políticas que permitan a sus hijos un tránsito por la educación, la salud, la recreación, la vida laboral como cualquier otro.
Surgieron entonces interrogantes como: ¿Cómo convocar a los padres y permitir un encuentro con ellos? ¿Cómo unir esfuerzos y sostener de una manera decidida una batalla que genere más posibilidades para sus hijos?
Pues bien, a partir de estos interrogantes nuestro invitado internacional Phillipee Lacadee* señaló un asunto muy interesante y que hace referencia a la posibilidad de trabajar y de reunirse, esta posibilidad podría estar anudada a una invitación a las familias, a los padres y madres, una invitación que no imponga un determinado rotulo como lo puede ser el autismo, una invitación que se sirva de un significante desprovisto de algún diagnóstico, de una etiqueta, una invitación dirigida a “padres” un significante que invita conversar, un significante como el de padres permitiría alojar a los diferentes padres con sus singularidades, con sus diferentes preocupaciones sin dar por sentado cuales son estas, sin determinar previamente que puede ser lo que a cada uno aqueja.
Conversar además permite pensar que es también algo no impuesto y que es a partir de unas primeras conversaciones donde pueden surgir asuntos para seguir desarrollando.
Aparecen entonces premisas interesantes a tener en cuenta: por un lado pensar en una nominación que acoja, antes que clasifique, y otra la de poder en primera instancia reunirse para conversar, para conocerse, podría pensarse para crear lazos, lazos que permitan un posterior trabajo.

*Psiquiatra y psicoanalista en Burdeos (Francia). Ha liderado junto con algunos padres la conformación y el trabajo de la: Assocciation de parents La Main a LOreille. https://lamainaloreille.wordpress.com/

Ana Salazar
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La mamá de Lucile, nos invita a adentrarnos a su mundo, y nos permite ser testigos del modo en el cual paulatinamente, sus fronteras se van extendiendo gracias a las creaciones plasmadas en sus bellos dibujos. Las ilustraciones tienen una cualidad poética, son verdaderas: imágenes en movimiento. La sucesión de dibujos donde apreciamos, personas “haciendo cosas de la vida”, despiertan esa emoción propia de esos libros en los que al pasar las páginas a cierta velocidad, las ilustraciones se animan, cobran vida y componen una historia.
El documental nos acerca la historia de Luciile, y la historia de su madre, quien como decide mostrarnos a través del título elegido para su film , da cuenta de los movimientos subjetivos respecto de su propia enunciación en relación al autismo, movimiento que recorre el pasaje de “ la normalidad” a “su normalidad”.

Andrea Hellemeyer

Observatorio de las libertades: Verdad y Testimonio, por Andrea Hellemeyer

Gramáticas de Guerra_definitivo

La categoría de verdad, está ineludiblemente anudada a otros conceptos que forman parte del complejo campo de problemas que atañe a las diversas experiencias subjetivas vinculadas a la guerra. En esta presentación, articulamos el concepto de verdad, concebido desde la enseñanza de Jacques Lacan, a la categoría de testimonio.
En el marco de la investigación que estamos llevando adelante, nos propusimos, primeramente, elucidar la compleja relación existente entre testigo y testimonio.
Partiendo de una hipótesis inicial que considera al testigo y al testimonio en una relación de no necesaria correlatividad, nos interrogamos: el testigo, ¿ineludiblemente testimonia? El decir de un testigo, ¿es homólogo del acto de testimoniar?

El trabajo sobre los testimonios de sobrevivientes de crímenes de lesa humanidad ocurridos durante la última dictadura militar en argentina, se circunscribió como el campo de trabajo sobre el cual conducir nuestra tarea.

La pregunta princeps de nuestra investigación acerca del testimonio, remite casi de modo inmediato a la experiencia de los campos de exterminio de la segunda guerra mundial presentándose de este modo como una primera referencia ineludible a la hora de abordar la compleja relación entre testigo y testimonio.
Son ampliamente conocidos los testimonios de algunos sobrevivientes que se han propuesto la tarea de relatar lo sucedido. Los escritos de Primo Levi ; Antelme y Semprún, dan precisa cuenta de ello, y son esos mismos relatos los que hicieron visible cierta imposibilidad propia del testimonio que adviene de situaciones ligadas al horror
Kenzaburo Oé en su libro Cuadernos de Hiroshima, se ocupa de la experiencia vivida por los hibakusha, sobrevivientes de un bombardeo atómico, y con bella sutileza posa la cuestión sobre el silencio, la vergüenza, el desasosiego y el pudor con el que se enfrentaban los propios sobrevivientes a la hora de poner en palabras lo vivenciado.
En “El Narrador”, Walter Benjamin señala que al finalizar la primera guerra mundial, no se terminaba de hacer evidente que la gente volvía enmudecida del frente de batalla. Dice Benjamin: En lugar de retornar más ricos en experiencias comunicables, volvían empobrecidos.
Es decir, situaciones disímiles y distantes en el espacio y el tiempo, en las cuales, sin embargo, percibimos un lazo a través del enmudecimiento de la vivencia del horror, la cual no encuentra modos de transformarse en experiencia subjetiva.
La pregunta por la imposibilidad de un relato pone en entredicho las tesis ligadas a lo inefable. A propósito de ello, Semprún indica: “siempre puede expresarse todo, en suma. Lo inefable de lo que tanto se habla no es más que una coartada… ¿Pero puede oírse todo, imaginarse todo?”
Es decir, que no todo pueda ser dicho, no implica que el testimonio no deba ser escuchado.
Insiste en este punto la pregunta: El testigo, ¿ineludiblemente testimonia? El decir de un testigo, ¿es sinónimo del acto de testimoniar? En otras palabras, ¿es correlativo el lugar socialmente instituído del testigo con la operación subjetiva de dar testimonio?
En este sentido, resulta interesante pensar desde otra lógica e intervenir la articulación casi inmediata y naturalizada que se suscita alrededor del par testigo-testimonio, dando lugar a la pregunta acerca de qué operaciones subjetivas son las que le permiten a un testigo advenir sujeto del testimonio.
La ley abre cierta condición de posibilidad para la trasformación del horror en experiencia y precisamente los años transcurridos a partir de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final , permitieron hacer visible de modo crudo el íntimo vínculo entre trauma e impunidad.
Es decir, la posibilidad de tramitación subjetiva de lo sucedido no es sin una operación social en el campo de la ley.
En esta línea podemos pensar como hipótesis de trabajo, que las operaciones que el colectivo social produce son condición necesaria aunque no suficiente para que el testigo produzca un testimonio que con valor de performatividad propicie un procedimiento de subjetivación respecto del horror vivido.
Es decir, este traumatismo que instaura al parlêtre, este traumatismo originario, reverbera de modo crudo en situaciones de horror, donde lo real se ha presentado bajo su forma más cruel.
Real que en su irrupción ha tomado la forma de acontecimiento traumático dejando su marca de espanto en el cuerpo.
Real que pensamos como un negativo de lo verdadero, por cuanto no está enlazado a nada, un real separado de todo, que no hace lazo, que no responde a ninguna ley, y que de este modo condensa el hecho puro del trauma.
La disyunción entre real y verdad es un eje central para pensar la materialidad del testimonio. En principio diremos, y este es un tema que desarrollaremos a continuación, lo real se presenta lógicamente como la contracara de la verdad.
Ahora bien, ¿cuál es el estatuto de la verdad a la que hacemos referencia, la cual por cierto presenta su especificidad respecto de cómo es pensada en el discurso jurídico? En primer lugar diríamos que no hay en el fundamento del campo del lenguaje una relación directa con la verdad. La cadena significante no trae consigo la verdad, sino que en su articulación se produce un efecto de verdad. Este modo de concebir la verdad, tiene significativas implicancias para el tema que nos ocupa, ya que concebida la verdad en su efecto, esto la vuelve cambiante, variable, lo cual habilita per se ciertos posibles cambios de posición subjetiva respecto de “la verdad” que ciertos discursos sociales ofrecen al modo de marcas identitarias.
La identificación alrededor de un significante uno, por cierto congela lo que son efectos de verdad, no permitiendo el movimiento subjetivo que trae consigo concebir la verdad, como varidad . Neologismo acuñado por Lacan que presenta a la verdad subjetiva como un mero semblante de lo real.

“al fin empiezo a liberarme del testimonio jurídico. (…) en busca de una dimensión más integral y compleja de las memorias. El temor a minimizar la facticidad de los pruebas, la necesidad de no perderse en detalles que nimien los hechos, la discrecionalidad que porta un relato objetivista, son cuestiones que uno evalúa en la formalidad de una declaratoria frente a jueces, abogados, defensores, fiscales y secretarios de cualquier tipo y especie.”

Es en esta línea que “lo verdadero está a la deriva cuando se trata de lo real” . La verdad a la que estamos haciendo referencia, trae consigo ese margen de libertad, que conlleva para el sujeto suponerle a la verdad, una función temporal y también de perspectiva. Esto permite, aún en circunstancias ligadas a lo colectivo, hacer emerger una serie de ficciones, “verdades mentirosas”, absolutamente singulares, variables y cambiantes.
Lo real, sabemos, es siempre traumático, presentándose como un agujero en el discurso. El neologismo troumatique, acentúa esta cualidad de lo real agujerando lo simbólico, cuestión central a la hora de pensar la posibilidad subjetiva de producción de un testimonio.
Es decir, estamos considerando al trauma en sus dos vertientes, en tanto contingencia fundacional y en su dimensión de acontecimiento traumático. Esta contingencia originaria reverbera en situaciones de horror, donde el acontecimiento traumático absolutamente singular de cada quien, trae consigo la complejidad de ser producto de una política de Estado, ligada a la tortura, desaparición y exterminio.
Este desarrollo nos permite adentrarnos en el texto de algunos testimonios de sobrevivientes de centros clandestinos de detención en ocasión de haber sido citados por la justicia en el marco de diferentes causas judiciales.
En los testimonios que hemos podido analizar se evidencia que el dispositivo jurídico ordena una confesión de la verdad la cual supone una confesión del goce.
En tanto la ley es la encargada de su regulación, la confesión le es consustancial.
Indica Lacan en el Seminario XX :
“Todavía hoy, al testigo se le pide que diga la verdad, sólo la verdad, y toda la verdad … Le exigen toda la verdad sobre lo que sabe. Pero, en realidad, lo que se busca, y más que en cualquier otro en el testimonio jurídico, es con qué poder juzgar lo tocante a su goce. La meta es que el goce se confiese, y precisamente porque puede ser inconfesable. Respecto a la ley que regula el goce, esa es la verdad buscada.”

En la revisión del texto de algunos de los testimonios ofrecidos por sobrevivientes, hemos podido advertir que lo que el dispositivo judicial propicia, fundando su accionar en esta confesión exhaustiva de la verdad toda, es una particular forma de desubjetivación del testigo.
En estas coordenadas particulares establecidas por el dispositivo y discurso jurídico, nos encontramos con situaciones en las cuales el testigo a pesar de testimoniar no produce un testimonio. Entendiendo el testimonio, y en esto seguimos a Agamben, como un acto de producción subjetiva, es decir, un procedimiento de subjetivación.
En la reflexión que Adriana Calvo realiza a propósito de su testimonio en el marco de cumplirse los 25 años del Juicio a la Junta Militar, con suma claridad refiere a esta cuestión, dando cuenta del valor y el compromiso en torno a brindar un relato que se adecúe a los cánones jurídicos, aún a sabiendas de que ese relato aún proferido en primera persona, privilegia el acontecimiento traumático por sobre la oportunidad para el testigo de tomar la palabra.

“…además de lo personal, que lo menciono último pero debería estar en primer lugar, el desafío de contar toda mi historia, todo lo que había visto y escuchado, y todo lo que había vivido en realidad todo lo que había muerto en los diferentes campos de concentración donde estuve, y contarlo frente a seis jueces, y una hilera de represores detrás de mí, era un espanto, una tensión límite. Para mi fue una situación límite… Luego uno se lanza y se olvida de todo, me olvidé del público, de los defensores, una vez que comienzo el relato es como estar de nuevo en el campo, uno se sumerge en una burbuja propia, íntima que supongo que es impenetrable para los demás, te obliga, te lleva a revivir minuto a minuto lo que viví, fue así antes, y fue así las otras veces que declaré… En las casi 20 veces que declaré…”

La burbuja propia, pareciera seguir el ritmo de la iteración. Aquello que por su valor traumático no cesa de escribirse es precisamente un nombre de la versión lacaniana de lo real en tanto necesario. Cabe, en este punto aclarar, que lo real en Lacan, no es una categoría unívoca ni homogénea, lo que amerita cada vez explicitar la modalidad lógica que atañe al real al cual nos estamos refiriendo.
La repetición que proviene del acontecimiento traumático instala una inercia que se resiste al desplazamiento del significante. Es así que el sujeto queda apresado en un tiempo circular , que al modo de un atractor, lo impulsa a volver una y otra vez al mismo lugar, regresando al horror que se presenta al modo de una fijación maldita. Fijación, que se ofrece como causa de goce para el sujeto, un goce mortificante que conlleva la adhesión del sujeto a un nombre que se instala como absoluto.
Es el real en su modo lógico necesario que precisa en función de poder recortar al sujeto y retirarlo de esta adherencia masiva al trauma, de un “divino detalle” , de esta posibilidad que tiene el significante de surgir de improviso, produciendo un efecto de sorpresa y trayendo consigo efectos inéditos. Este detalle quiebra ese movimiento inercial , impulsa al sujeto por fuera de este tiempo eternizante y lo reintroduce en una temporalidad.
Este detalle divino precipita una diferencia mediante la cual el sujeto podrá encontrar su solución singular. Esta solución por cierto única para cada quien, supone una decisión respecto de la propia existencia: una decisión ética.

Es claro que desde ciertos sectores que componen el complejo entramado del dispositivo jurídico, y que se manifiestan atentos a las cuestiones que atañen a la dimensión subjetiva de los testigos, les será necesario propiciar una otra operación que permita hacer emerger al sujeto de la enunciación y desde la cual a “lo personal” se lo acoja de tal modo de poder ser testimoniado en “primer lugar”.
El testigo, es un intérprete, y la consideración de este punto dignifica la dimensión subjetiva para quien atravesó situaciones de espanto.
El testimonio concebido en tanto una interpretación posible entre otras, propicia hacer del mismo una enseñanza para el propio sujeto. Esa interpretación que el sujeto se da a sí mismo, ya no al Otro de la Ley, abrirá la posibilidad de otras interpretaciones diferentes y disímiles a lo largo del tiempo, permitiéndole al sujeto ir encontrando diversos nombres a lo que ha vivenciado. Es este el reverso de la dirección unívoca que propicia el trauma. Un camino que se bifurca a medida que se transita, y mediante el cual el sujeto puede ir deshaciéndose de la idea de destino. Si el trauma facilita el hacer de la contingencia una necesidad, la ética que se desprende del sujeto concebido en tanto intérprete, recorre el camino inverso, el destino se deshace en la contingencia de horror que ha tocado al sujeto.
El discurso jurídico, en la demanda de un relato, donde se conmina al testigo a un racconto pormenorizado de los hechos, se vuelve para el sujeto, una demanda imposible, resultando en la antesala de cierto borramiento subjetivo en la pretendida confesión de una experiencia en el cuerpo que lo ha reducido a su forma más extrema de deshumanización.

“Toda la verdad, es lo que no puede decirse. Ella sólo puede decirse a condición de no extremarla, de sólo decirla a medias”

Es decir, la verdad y lo real resultan en cierto modo territorios solidarios. Entre la verdad y lo real, lo imposible, que limita y conecta ambos campos.
Decir la verdad toda, como enseña Lacan, es materialmente imposible, faltan las palabras. Es debido a este imposible que la verdad es solidaria de lo real.
Del lado de la palabra, ubicamos a lo real que toma la forma precisamente de lo imposible de decir.
En circunstancias ligadas al horror, ¿cómo testimoniar la experiencia de la pérdida de la palabra? ¿Cómo testimoniar la experiencia de la reducción a la conditio inhumana de los cuerpos ?

Es central en este punto situar que para Agamben, el testimonio en tanto procedimiento de subjetivación, supone un singular compromiso subjetivo con la palabra. En otras palabras, la producción del testimonio instituye la enunciación que le fue arrebatada al sujeto. Si la verdad a la que nos referimos, no guarda relación con la adecuación a los hechos o acontecimientos de la realidad, si la verdad no tiene que ver con la exactitud o exhaustividad, la verdad a la que nos referimos, sería aquello que en su relación con lo real, se vuelve imposible de decir.

Las ficciones o “verdades mentirosas” que el sujeto podrá construir son precisamente las que se ponen a prueba en su impotencia para resolver la opacidad de lo real.
El real imposible que propone Lacan, permite ubicar aquello que se pone en juego en la demanda por parte del dispositivo jurídico, de testimoniar la verdad toda a través de la confesión de un goce que el perpetrador ha hecho jugar, arrasando al sujeto.
La experiencia de lo real, es indecible, pero a la vez, y por esta misma condición, es acerca de lo que se debe hablar. De lo que no se puede decir, es precisamente sobre lo que se debe hablar, cuestión que ofrece la prueba misma de que las palabras no alcanzan para decirlo todo.

La Antena Infancia y Juventud Bogotá