Autora: María Solita Quijano
(Psicoanalista. Asociada de la Nueva Escuela Lacaniana. Docente de la Universidad Los Libertadores).
“Los autistas son sujetos a quienes hay que tomarse en serio. Aquellos de entre ellos que escriben, se expresan para hacer saber que son seres inteligentes y piden ser tratados con más consideración, además de apelar al respeto de sus invenciones elaboradas para contener la angustia. ¿Acaso desearían ellos que se prohibiera legalmente su escucha para someterlos, lo más a menudo sin su consentimiento, a métodos de aprendizaje?¿habrá que tomar partido por obligarlos, o bien por escucharlos?” dice Jean Claude Maleval, psicoanalista francés, en su libro de reciente edición en Francia ¡Escuchen a los autistas! (2012, Grama).
Recientemente estuvo en Bogotá Bryan King y su esposa, los dos autistas, invitados por la Fundación Integrar y la Liga del Autismo. En una serie de actividades en las cuales ellos compartieron sus experiencias y elaboraciones en relación con el autismo, King hizo escuchar una serie de consideraciones respecto a lo él llamó “paternidad positiva”.
En esta importante actividad dirigida a padres de familia, King presentó sus ideas en un estilo directo, sencillo y preciso, y en su estilo resuenan las palabras que propone Maleval.
Las palabras de King tomaron su fuerza de la forma como organizó sus ideas en una serie de oposiciones con las que quiso transmitir la importancia de “ser conscientes de lo hacemos y lo que decimos” porque nuestro lenguaje, como él dijo, tiene consecuencias.
Habló de responsabilidad en oposición a la culpa en el sentido de transmitir al niño que él es el dueño de sus sentimientos y sus decisiones; entiende por culpa que el niño se ubique a partir de lo que se le dice como “lo que me pasa es culpa de alguien más”; dice King “les decimos a otros que son responsables de nuestros sentimientos…cuando le decimos al niño: sabes que eso me enoja” el niño no puede ubicar el enojo como propio sino como del otro, pero a su vez toma ese enojo como una orientación donde “eso –su enojo, el del adulto- me hace enojado.” Así, el niño no puede ubicar el enojo como propio ni aquello que lo origina.
Es lo que Donna Williams, autista de alto nivel, refiere como formas que algunos autistas tienen de dar sentido a las cosas, es decir, tomándolas para sí en su literalidad; esto tiene que ver con la particular relación que tienen los autistas con el lenguaje. Es parte de lo que el psicoanalista escucha, aún en el silencio.
King también se propone oponer “retroalimentar” con “crítica”, que implica decirles a los niños qué tan efectivos están siendo, decirles por ejemplo “…entiendo que estás aburrido o algo, pero no puedo ayudarte si no me dices…. Yo tampoco entiendo, pero eres tú el que tiene que entender, podemos encontrar juntos una herramienta.”
Crítica por el contrario sería señalar todo lo que hizo mal, cosas por las que él ya se siente mal, dice King; decir “deja de gritar” sería una orientación de este tipo, dice King.
“Compasión” frente a “pesar” es para King transmitir que otro ser humano tiene los mismos sentimientos que nosotros; menciona una anécdota suya de ese día: “hoy alguien quería ayudarme a arreglar el cuello de mi camisa y a pesar del lenguaje (no hablo español) entendí que alguien quería cuidarme”. El pesar que es del tipo “mi pobre hijo con autismo, discapacitado…aunque no tenga intensión, hace que los otros lo vean así…”.
Respecto a lo que llama “permiso” opuesto a “imposición”, cuestión especialmente afín con la orientación psicoanalítica que pide escuchar y aprender de los autistas, King considera que el permiso que él propone “es un signo de respeto muy importante para el ser humano”, en oposición a la imposición que es, dice, “cuando ustedes ayudan, dan consejos sin que se les pida, puesto que se acaba de imponer sobre la experiencia del niño”.
Respecto de la comunicación, dice que es importante diferenciar el “clarificar” del “asumir”. Clarificar se refiere, para él, a tomar algo que asumimos y ver si está mal o no “¿te molestó? ¿Te causó incomodidad? Esto me da la posibilidad de enderezar las cosas… Se eliminan los malentendidos, a los niños les ayuda…”. Mientras que asumir “es cuando nos damos el derecho de leer la mente del otro y no tengo que preguntar. Esto nos hace tener problemas, herir sentimientos…”.
Opone “gratitud” a “derecho”, lo que sugiere una perspectiva muy interesante a las implicaciones que él encuentra en lo que promueve la transmisión de lo que se da por derecho en la idea de “tú lo mereces” pues, dice, “promueve una rabia porque no se le da suficientemente rápido o completo…”; mientras que lo que llama gratitud “en su mejor sentido es ser agradecido por lo que se nos da aunque no lo hayamos pedido…”.
Finalmente, dice a los padres que “nos latigamos porque no somos perfectos; pero nadie sabe qué va a pasar con nuestros hijos…hay que permitirse no saber todo, permitirse ser un estudiante, usar el sentido común… ser vulnerable, imperfecto, darnos el permiso de aprender aunque duela”. En sus palabras podemos oír su experiencia de padre y de autista, porque los autistas que como él han enseñado sobre sus invenciones para hacerse un lugar en el mundo, nos dejan saber lo que por nuestra parte, como psicoanalistas, terapeutas, educadores, conviene que sepamos acompañar.
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Le Courtil o la Práctica entre varios
El siguiente escrito de Bernard Seynhaeve nos introduce a Le Courtil, una institución belga que desde hace tres décadas se ocupa de acoger niños denominados “difíciles” o con diversos diagnósticos psiquiátricos (http://www.courtil.be/courtil/). La experiencia transmitida por el autor de esta nota nos sumerge en una institución que ha sabido valerse del psicoanálisis para producir, tanto para los sujetos atendidos como para los propios profesionales, un lugar en el que es posible inventar; que, a ritmo propio, cada sujeto implicado cuente con las condiciones necesarias para que pueda producir su invención singular.
Autor: Bernard Seynhaeve
Le Courtil acoge niños que presentan lo que se denomina “problemas de personalidad” o incluso “problemas de comportamiento”. Desde la perspectiva pedagógica, se trata de niños que no se inscriben —o se inscriben mal— en el lazo social. De ellos se dice que son niños agresivos o, por el contrario, apagados, y nuestra misión consiste en desplegar todos nuestros esfuerzos para intentar su re-integración en la ciudad. Desde la perspectiva médica, se explica que ellos presentan uno de los numerosos mono-síntomas que el mundo contemporáneo ha puesto en el mercado. Son hiper-quinéticos, anoréxicos, bulímicos o disarmónicos, TED [Trastornos Específicos del Desarrollo], o, según el DSM-4, que sus síntomas competen al espectro autístico. En consecuencia, nuestra institución se inscribe en la lógica de la misión reparadora del Otro.
Entonces, ¿es posible alojar el discurso analítico en el corazón de la institución, es decir, subvertir la institución mediante el psicoanálisis? En referencia a la enseñanza de Sigmund Freud, de Jacques Lacan y de Jacques-Alain Miller, la experiencia de Le Courtil intenta responder a esta pregunta.
¿Cómo se inventó Le Courtil? Hubo algo de contingencia. Le Courtil nació de un encuentro, hace 30 años. Un feliz encuentro entre el nuevo director y el joven psiquiatra de la institución permitió que el proyecto comenzara. Alexandre Stevens, psiquiatra de esta institución que acoge niños etiquetados como “débiles”, deseaba tomar a cargo un pequeño grupo de niños, los más difíciles de la institución, con el fin de establecer un lugar de acogida cuya clínica se orientara por el psicoanálisis. Mi deseo de director estaba tomado por esta idea. Poco a poco, numerosos profesionales vinculados al psicoanálisis siguieron rápidamente y contribuyeron a través de su trabajo clínico y teórico en la elaboración de la experiencia.
Para mí, fue el encuentro con el psicoanálisis. Yo estaba atrapado, lleno de anzuelos. La transferencia había operado. Lo particular en esta experiencia institucional es que fue a mí a quien le llegó; yo, que venía de enrolarme como director de esta institución. Los efectos de este encuentro serían asombrosos, considerables e inesperados.
Para mí mismo, en primer lugar. En efecto, yo iba a engancharme rápidamente en una relación analítica que me llevaría al pase.
Para la institución también, ciertamente. Ella cambia algo, pues aquel llamado a dirigirla, se deja interrogar por el discurso del psicoanálisis.
Este encuentro entre el director y el psiquiatra, ambos analizantes, permitió que el discurso analítico se alojara en esta institución y la subvirtiera profundamente. Rápidamente hubo algunas otras personas que llegaron Le Courtil para constituir una verdadera comunidad de trabajo. Esto permitió que, progresivamente, una parte importante del personal hiciera, él mismo, una transferencia analítica, que varios de ellos se engancharan en una experiencia analítica personal y que, cada vez más, los jóvenes candidatos a ocupar las vacantes hayan presentado su candidatura en la medida en que ellos mismos hacían la hipótesis del inconsciente, en la medida en que ya estaban enganchados en una relación analítica. Es esto lo que ha hecho decir a Éric Laurent que, en Le Courtil, los trabajadores son analizantes civilizados. Fue así como se inventó Le Courtil. Era la puerta abierta a ese campo que Jacques Lacan definió como aquel del psicoanálisis aplicado a la terapéutica y que Jacques-Alain Miller ha realzado mediante el invento de un significante para designar el estilo de algunas instituciones del RI3: La práctica entre varios.
Esta experiencia perdura desde hace más de 30 años.
He aquí cómo Alexandre Stevens, quien está desde el origen de la experiencia, define el estilo de Le Courtil:
«Cuando decimos que Le Courtil es una institución orientada por el psicoanálisis, ¿qué designamos concretamente? No hay curas analíticas en Le Courtil, y es muy importante subrayarlo, pero sí un uso práctico del psicoanalista. Queremos, mediante esta alternativa, evitar un doble escollo: el del psicoanalista especialista y el de la institución sala de espera del psicoanalista. El psicoanálisis irriga el trabajo, un gran número de los miembros del equipo están, o han estado prolongadamente, en análisis. Pero el trabajo se hace, en el reparto cotidiano, con los niños. Entonces, ¿qué hacemos?, ¿qué decimos? No hay regla absoluta, pero buscamos dejar, en el caso por caso, un amplio espacio a la invención, al encuentro, a la sorpresa. Porque, para estos niños con un gran sufrimiento subjetivo, la invención —siempre un poco sintomática— es esencial, es una parte de su solución, ella les permite estabilizarse o comenzar a producir una solución.
En Le Courtil, sostenemos estas invenciones del sujeto en todos los niveles de la vida cotidiana. Los talleres, que ritman las jornadas y que son el lugar principal de su elaboración, son dejados a la libertad y a la creatividad de los intervinientes (así llamamos a todos los que trabajan sobre el terreno, sean educadores o responsables). No hay objetivo a priori por alcanzar.
El trabajo con los padres funciona sobre el mismo principio. Son recibidos a un ritmo que se decide caso por caso. En principio, los padres no pueden entrar en la parte Le Courtil donde vive su hijo, a fin de respetar la intimidad del joven y, en consecuencia, son recibidos en una oficina. Pero puede haber excepciones.
La pedagogía también está presente en Le Courtil. Cada vez que es posible, se inscriben los jóvenes en el régimen escolar, ordinario o especializado, y para aquellos que necesitan una labor pedagógica más personalizada, igualmente en la institución hay una estructura interna, llamada preciosamente “El Despertar”.
El efecto terapéutico de nuestro trabajo cotidiano también está ligado al hecho de hacer la vida agradable. Los grupos Le Courtil no son grupos terapéuticos, sino grupos de vida: placer y juego tienen su lugar allí».
Así, Le Courtil es la invención de una institución en la cual uno puede inventar.
El caso Paula: de la iglesia a la basílica
Autora: Carolina Koretzky
(Psicóloga clínica en el Hospital infanto-juvenil “Clos Benard”. Psicoanalista en liberal. Miembro de la Ecole de la Cause Freudienne et de l’AMP. Doctora en psicoanálisis, Universidad de Paris VIII).
Paula vino a consultar al servicio ambulatorio del hospital donde ejerzo como psicóloga clínica. Se trata de un servicio infanto-juvenil orientado por el psicoanálisis lacaniano. Paula, con apenas 14 años, decidió ella misma consultar: « Me estoy volviendo loca, ayúdeme. Hablo sola, hay cosas muy extrañas que me suceden este último tiempo ». De entrada, Paula me pareció una muchacha valiente y determinada a sentirse mejor y que no retrocede al momento de afrontar lo insoportable.
Paula es una joven a cargo de la asistencia pública desde su nacimiento. Su vida fue marcada por una multiplicidad de lugares de acogida: hogares sustitutos, centros para menores, orfelinatos. Todas las tentativas de un retorno a su domicilio fueron desastrosas. Su madre, toxicómana, tuvo dos niños que dejo en su país de origen. Cuando llego a Francia conoce al padre de Paula, también toxicómano, con quien sigue aun casada. Tres niñas nacieron de esta unión. Las dos primeras fueron dadas en adopción. No fue el caso de Paula ya que su madre nunca quiso separarse de ella. Cuando Paula tiene cuatro años, la familia viaja al país de origen de la madre. Allí, Paula conoce a su abuela materna quien tiene el mismo nombre que ella. En el momento en que yo la recibo en la consulta, Paula vive en un hogar sustituto y ve a sus padres únicamente los fines de semana.
Un lugar donde lo « extraño » puede ser dicho
“Me estoy volviendo loca” me repite Paula, le pregunto entonces: “pero, ¿cómo lo sabe?”. Paula pudo a partir de esta pregunta detallar el tipo de fenómeno psicótico del cual era objeto: “hablo sola en la calle, siento desde chica que alguien me sigue, y con los muchachos las cosas son siempre difíciles ya que ¡todos me aman demasiado!”
Sin embargo, un evento en particular la asusto mucho: “he escuchado una voz…esa voz dijo ‘Paula’, es todo.” Le pregunté los detalles y las circunstancias de aparición de esa voz: “acababa de salir de la escuela, iba a tomar el tren, estaba hablando sola en la calle, durante el recorrido pasé al lado de una iglesia y allí escuché ‘Paula…’, fue muy raro, tuve miedo, tengo miedo aun ya que mi abuela también se llamaba ‘Paula…’, no sé, me pregunto si es ella quien me está llamando para que estemos juntas”.
“¿Una iglesia?” le pregunté. “Si, una iglesia católica, yo iba siempre como mi abuela a la iglesia cuando fui a verla a la isla”. Le pedí entonces que me contara algún recuerdo preciso de ella y con su abuela. Paula narro aquella vez en que en la iglesia, junto a su abuela, ella tuvo una revelación: de repente, Paula se dio cuenta que tenía una familia católica, que todos sus hermanos eran católicos pero ella no entiende por qué no fue bautizada. Aparece otro recuerdo junto a su abuela: de niña Paula tenía un sueño: construir un árbol genealógico. Su madre se negaba a responder a sus preguntas diciéndole “pregúntale a tu abuela”. El fallecimiento de esta última acabó con el sueño de Paula. De regreso a Francia, Paula es nuevamente retirada de su familia y va a vivir a un orfelinato.
Paula prosigue: “antes de escuchar la voz, recuerdo que estaba pensando en la muerte, me preguntaba que es la muerte. De repente me di cuenta que mi abuela estaba muerta, aunque ya lo sabía claro, pero de pronto me di realmente cuenta de eso y me dije: ‘¡pero está muerta!’”. Es esa la frase que precede a la alucinación auditiva.
Al final de esta primera entrevista Paula me cuenta que tiene un cuaderno en donde escribe lo que le sucede. La invito a traerme sus escritos.
La historia sin fin
La vez siguiente Paula vino con un texto en donde detalla las desgracias de su vida. La última frase me interpelo: “tengo siempre la impresión de no existir”. Le pregunté qué quiere decir en esa frase, ella me responde: “Todo ha sido inventado… ¡todo! La música, la literatura, todo…yo a usted la veo, pero, ¿cómo sé que usted me ve a mi?”. En otra entrevista, Paula me dice: “¿para que sirve todo esto? ¿Estudiar, trabajar, si vamos todos a morir? Yo veo a la gente en la calle, van a la oficina, a los bares, ¿se preguntan ellos también si van a morir? Yo me lo pregunto todo el tiempo…Yo siento que vivo para morir”. Paula recuerda que esta impresión comenzó después de haber visto la película “La historia sin fin”. En esa película un niño lee una historia que se termina en el momento en que el libro se cierra… todas las aventuras de la película no son más que aquello que el niño lee.
Solo hace falta cerrar el libro para que todo se termine. Paula denuncia los semblantes del mundo, ese mundo que solo es un sueño, une invención creada por los pobres hombres que se entretienen esperando que se cumpla lo que ya está escrito, que el libro se cierre. Paula tiene la certeza que todo es semblante. Su ironía se expone sin velo, no cuenta con un Nombre del Padre que le permite creer (être dupe) en algo.
De la iglesia a la basílica
Las sesiones se prosiguen. La transferencia ya fuertemente instalada, Paula cuenta con las sesiones como un espacio de palabra donde poder dar testimonio de lo que le ocurre. “Le quiero contar lo que me sucedió en la iglesia de Nuestra Señora”. Alejada de la gente, Paula escucha una voz que le dice “tú eres la hija de…”. Paula queda perpleja frente a esta frase interrumpida en donde se puede fácilmente escuchar la vertiente mortífera[1]. De hecho, mi hipótesis es confirmada ya que justo después, Paula me pregunta: “Dígame, ¿en las iglesias, hay tumbas?”. Recordemos el contexto de aparición de la primera voz y la vertiente interpretativa de Paula: quizás su abuela la este llamando. ¿Qué podía yo responderle? Frente a los dos significantes “iglesia” y “tumba” opté por una pluralización del significante “iglesia”. Le dije que no lo sabía, pero que hay otros lugares de culto a parte de las iglesias. Paula me dijo: “las capillas, los claustros, las basílicas…¡pero claro! ¡Es en la Basílica de Saint-Denis que hay tumbas! Las tumbas de los reyes de Francia”.
“Mi gran pasión es la historia”
Nuestras entrevistas continúan. Ellas no son únicamente un depósito de perplejidades y de voces, sino también un lugar de elaboración de un nuevo saber. Los reyes de Francia interesan muchísimo a Paula. También le gustaría investigar la historia de Roma y de Egipto. Es siempre el mismo punto que le importa: “quiero saber cómo nacieron, como murieron y quien fue el sucesor”. Cualquiera sea el tema, el establecimiento de un comienzo, de un fin y de una sucesión de generaciones es la preocupación central de Paula. Nuestros encuentros le permiten organizar un material en gran desorden. El saber universal es nuestra fuente: buscamos libros y enciclopedias sobre los reyes de Francia. Paula saca fotocopias, hace cuadros, compara épocas. Lleva también un cuaderno en donde escribe en la tapa “Cronología”: allí Paula anota la fecha de nacimiento y de muerte de cada rey y el nombre del sucesor. Luego aparecen tres otros cuadernos de notas: 2. Dinastía merovingia, 3. Periodo carolingio y 4. Dinastía Capeta.
Los reyes de Francia: de la historia sin fin a una historia limitada
La investigación sobre de los reyes de Francia es un trabajo sobre las generaciones. Ese trabajo implica que, para cada rey, haya un comienzo y un final. Los reyes de Francia tienen el valor, a diferencia de la abuela, de tener una fecha de nacimiento y de muerte. Igual que la abuela, los reyes son católicos, pero están enterrados en una basílica y definitivamente muertos, entonces, no pueden hablar. Estos reyes son el reverso de la abuela, ya que cuando Paula cree escuchar el llamado de la abuela, la vida y la muerte se encuentran totalmente confundidas. La abuela puede a todo momento surgir y llamar desde la iglesia. Paula, en un movimiento metonímico, logra pasar de la “iglesia” (lugar de la abuela muerta-viva) hacia la “basílica” (lugar de los reyes de Francia muertos). Su solución, como un guante que se da vuelta, parte del punto más insoportable para ella.
El significante del Nombre del Padre no opera una oposición entre la vida y la muerte, y la forclusión de este mismo vuelve en lo real. Ese retorno aparece bajo la forma de una alucinación en donde la vida y la muerte se vuelven indisociables: los muertos hablan. El riesgo de la interpretación delirante “quizás mi abuela me esté llamando” es inminente. Por el contrario, el trabajo histórico de Paula vía el operador “reyes de Francia” es un esfuerzo de separación entre la vida y la muerte. El primer cuaderno “Cronologia” es un ejemplo perfecto de este trabajo ya que allí no es la información que prima sino el orden que se introduce. La lectura del texto de Eric Laurent Interpréter la psychose au quotidien nos aclara acerca del trabajo emprendido con Paula: “Apuntar al sinthome, es subrayar, volver a los significantes, aislarlos, separarlos de la cadena significante, darles todo su lugar, desprenderlos de la cadena significante del sujeto”[2]. Esta dirección de la cura no busca reanimar la cadena S1-S2 que podría acarrear un desbande delirante. El orden producido por la cronología busca al contrario introducir los cortes y los silencios.
Si la “historia sin fin” hace de Paula una increyente en los semblantes y pone en cuestión todo sentimiento de vida, quizás que esta nueva historia que comienza, una historia con fin, la historia de los reyes de Francia, le dará un instrumento del cual servirse a su manera.
Seminario ¿Qué tratamiento posible para los autismos y las psicosis infantiles? Respuestas del Psicoanálisis
Este seminario abierto, busca realizar una actualización y puesta al día del debate y de las posturas principales del psicoanálisis lacaniano con relación a la clínica del autismo y las psicosis, en contraste con otros modos de intervención. El recorrido contiene diferentes aspectos: Primeramente interesa especialmente significar la enseñanza de los testimonios escritos existentes de sujetos autistas, acerca de un funcionamiento particular que contiene en sí mismo la “solución” que cada uno encontró; como también darse a la tarea de extraer los principios que fundamentan las diversas propuestas de intervención terapéuticas existentes que derivan en concepciones más o menos ocultas a la luz del interés por entender la subjetividad que está en juego en el autismo. El tratamiento psicoanalítico esgrimirá sus razones a la hora de dar cuenta de lo que orienta su práctica, no sin considerar lo que entiende como una absoluta novedad en el esfuerzo que puede hacer un sujeto para encontrar un lugar menos inhóspito que el del radical aislamiento del Otro. No obstaculizar este esfuerzo es lo que el psicoanálisis encuentra como la dignidad de su acción.
Posteriormente, el campo de las psicosis como tal y el diagnóstico diferencial con los autismos, permitirá nutrir una clínica con las consecuencias éticas que requieren pensar las maneras de tratar los síntomas que un sujeto puede presentar y sostener las estabilizaciones logradas en diferentes ámbitos de desenvolvimiento del niño o del joven.
*Este seminario se enmarca en la línea “Propuestas de Intervención clínica para las psicosis y autismos en niños y jóvenes. Hacia una práctica dialogada”, de La Antena Infancia y Juventud de Bogotá.
Para asistir al seminario se debe tener como condición una práctica de intervención activa y/o estar concernido por el tema en cualquiera de las vertientes posibles: trabajo institucional, investigativo, clínico, educativo, etc.
- Responsables: Lizbeth Ahumada, Laura Arciniegas, María Solita Quijano, Emilio Herrera
- Horario: lunes 12:o0am semanal
- Inicio: febrero 26 de 2017
- Lugar: Nueva Escuela Lacaniana (Cra. 11B No. 99-54 Of. 602)
Ubicación:
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