Con una espontaneidad auténtica, Gusti confiesa que esta situación lo sacó de su castillo de comodidad. Y como suele suceder en estos casos dijo que en un principio no aceptó a Mallko, haciendo una comparación entre el dibujo y la vida:
«A veces con los hijos pasa como con el dibujo : no te salen como los imaginas.»
Lea el artículo completo aquí