A continuación, un valioso escrito de la psicoanalista Ana María Salazar, que recoge bien el valor que le da el psicoanálisis lacaniano al saber de los padres sobre sus hijos.
En el siglo XIX Sigmund Freud (médico, neurólogo, investigador austriaco) inauguró con el psicoanálisis, no sólo un método de tratamiento para dirigir la cura de los pacientes que acudían a él en busca de ayuda para aliviar su sufrimiento, sino, además, un método de investigación riguroso que buscaba producir un saber sobre la etiología y el desarrollo de lo que hoy conocemos como enfermedades mentales.
Al hablar del psicoanálisis como un método de investigación riguroso, no me refiero en el sentido de ser cuantificable o medible, sino en la rigurosidad de dirigirse sobre los propios postulados, preguntándose constantemente sobre su validez y buscando siempre las lógicas que se ponen en juego a nivel psíquico y que pueden dar cuenta de los diferentes síntomas. Asunto entonces que hace que la teoría psicoanalítica sea una teoría viva, dinámica y muy actual, porque nunca se ha resignado a los hallazgos de la época victoriana; por el contrario, la investigación en la clínica (en la experiencia directa) que acompaña todos los tiempos, la nutre y la mantiene vigente.
Lo anterior, para situar hacia donde entonces dirijo la cuestión sobre una pregunta que se suele encontrar en padres, educadores y diferentes personas interesadas o concernidas por el autismo, y es, a saber, sobre la causa de éste.
En un recorrido histórico sobre el autismo, podemos encontrar que desde 1801 Jean Itard (médico francés) elaboró un trabajo donde describía las características presentes en un niño que, hoy en día, podría ser llamado un niño autista.
Un siglo después en 1906 Eugen Bleuer (psiquiatra suizo) fue el primero en introducir el término de autismo, para señalar una división de la realidad y un retiro de la vida interior.
Posteriormente, en la misma época (1943) pero en diferentes continentes, Leo Kanner (psiquiatra norteamericano) y Hans Asperger (médico austriaco), compartieron el mismo tema de investigación (sin saberlo), pero con hallazgos diferentes; unos de los cuales, dieron origen al conocido síndrome de Asperger y que actualmente también se conoce como autismo de alto rendimiento.
Sin duda, pues, hace décadas existe un interés por saber sobre el autismo y por supuesto, por sus causas.
Si bien, la ciencia intenta responder a la pregunta por la etiología del autismo, desde diferentes postulados que relacionan: afección en áreas cerebrales, disfunciones genéticas y hasta intolerancias alimentarias, (ninguna comprobada hasta el momento) el psicoanálisis de orientación lacaniana se interesa más por cada sujeto, por cada familia, que por una causa universal (que aún, si existiera, no podría dar cuenta de las diferencias que existen entre los diferentes sujetos que padecen autismo).
Es pues, justo ahí, sobre este asunto, que se dirige el enunciado inicial: De la causa del autismo a la causa del sujeto.
El psicoanálisis, escucha sobre los descubrimientos de la ciencia, dialoga con la psiquiatría, la educación, la psicología, pero, el no saber a ciencia cierta sobre la causa del autismo no le impide tener claridad sobre lo que hay en juego en sujetos que viven bajo las condiciones de una posición autista.
Al respecto, sobre lo que nombro como: “una posición autista” quiero explicar un poco a que me refiero. Para el psicoanálisis, el autismo no es considerado una carencia, un déficit, ni un trastorno, es, muy al contrario, considerado una posición subjetiva, en la que se encuentra un sujeto; posición desde la que cada uno realiza un constante trabajo para ubicarse en el mundo; mundo que como la clínica nos lo señala, le resulta invivible, aterrador. De esta manera, por ejemplo, las ecolalias y repeticiones que observamos en estos niños y jóvenes son tomados como esfuerzos para auto consolarse (como auto tratamiento para la angustia que experimentan); son toda una invención, que cada uno de ellos realiza y que, por lo tanto, merecen ser acogidos, como la manera singular que han encontrado, para poder habitar el mundo.
Jacques Lacan (1901 – 1981) (psiquiatra, psicoanalista francés) pudo a partir de una vida dedicada a la investigación, plantear valiosísimos conceptos, para el desarrollo de la clínica psicoanalítica, no solo en el campo del autismo.
En esta ocasión, me interesa nombrar uno de ellos en especial, un concepto de absoluta complejidad que se enuncia como «La insondable decisión del ser» y que, de una manera muy simple, lo planteo como: la manera que cada sujeto encuentra, la invención que cada uno realiza, para tener un lugar en el mundo, para ingresar al universo simbólico, para poder acceder a la relación con los Otros, Para utilizar la palabra como algo que se dirige al Otro y que busca un lazo con éste.
Advertidos, entonces, de que cada sujeto de manera singular se encuentra en una posición subjetiva, el psicoanálisis lacaniano, no puede más que ofrecer un lugar, donde esto siempre sea tenido en cuenta, y donde lo universal de las causas científicas, de los test estandarizados y de los protocolos establecidos no tienen cabida en nuestra apuesta por el tratamientos de sujetos autistas.
Hace poco en España se produjo una película de una inmensa riqueza: “Otras Voces”, que nos enseña que la acción lacaniana, es decir, la puesta en marcha del discurso psicoanalítico de orientación lacaniana, asume una posición que en absoluto juzga, sentencia o señala a los padres como causantes del autismo de sus hijos. Por el contrario, acoge tanto a padres como a niños para darles un lugar donde puedan alojar su sufrimiento. El testimonio de padres al interior de la película nos muestra, sin duda, que en lugar de causantes, los padres son víctimas y que juzgarlos no haría más que redoblar la culpa, con la que llegan buscando ayuda para sus hijos.
Esta hermosa película de una sensibilidad increíble nos muestra, además, cómo los padres tienen un saber importante, un saber sobre sus hijos, un saber que es tomado por el psicoanalista para el desarrollo del tratamiento. Y cómo la causa del autismo está en último lugar a tener en cuenta, ya que el enigma de cada sujeto resulta primordial y es desde esta posición ética que el psicoanálisis de orientación lacaniana trabaja con los padres.
El no ocuparnos por la causa del autismo, de manera fundamental y determinante, nos permite ocuparnos de la causa del sujeto, es decir, del encuentro con éste, de lo que allí, en dicho encuentro, se puede producir (sus síntomas, sus ecolalias, repeticiones, etc.); pueden ser escuchados, acogidos, para que cada sujeto pueda producirse, causarse, a partir de aquello que puede resultar un sinsentido para los otros. Y que una vez ampliada la solución que el niño autista ha encontrado para situarse en el mundo, puedan ingresar a esta lógica una serie de objetos y de personas, que le permitan hacer un lazo con los otros, con el mundo, con un mundo vivible y soportable.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, puedo decir que los psicoanalistas lacanianos, dignificamos y acogemos lo más singular de cada sujeto y de cada padre y madre que acuden en busca de ayuda. Todos son recibidos sin pretender que encajen en protocolos estandarizados o se sometan a innumerables entrevistas y cuestionarios que en lo absoluto se ocupan de la angustia, angustia que insiste y para la cual el entrenamiento no funciona, porque no es un asunto a domesticar, a entrenar, es un asunto a escuchar. Es necesario darle un lugar singular a cada niño, a cada padre.
Ya desde sus inicios, el psicoanálisis con Freud nos enseñó que cada caso siempre es diferente y que, por eso, lo estandarizado, no puede dar respuesta sobre la angustia, porque ésta es, para cada sujeto, particular.